Quizá sea porque hoy rige el ángel número 3, que nos habla de organización, de voluntad de construir, de enfrentarse a los compromisos, o tal vez sea para que seamos conscientes que querer es poder o para que veáis cómo funciona el Árbol de la Vida.
El caso es que me han venido ganas de explicaros una experiencia como presidente de mi comunidad de vecinos.
Para ir abriendo boca os diré que en mi comunidad somos 72 familias, justo el número de los ángeles de la Cábala. Curioso ¿verdad?...
Tres años atrás, cuando me tocó ser presidente, después de 20 abriles sorteando esa responsabilidad, decidí tomármelo en serio y hacer lo posible para que las cosas mejoraran.
Al principio los vecinos se quejaban de todo, que si éramos tercermundistas, que si las pintadas en las paredes (graffiti), que si la gente fumaba y tiraba las colillas, que si la gente apenas se saludaba, que si la limpieza era deficiente. Lo típico de una comunidad de vecinos.
Pero como yo soy algo cósmico, me empeñé en cambiar esa realidad. El Árbol de la Vida nos enseña que cuando uno pone la Voluntad en marcha (centro o séfira nº 1), aparecen inmediatamente las circunstancias propicias (séfira 2) para que esa voluntad se cumpla y así fue.
Un día vi a una vecina dejando una bolsa de libros en la entrada y como yo andaba supervisando, le pregunté por qué lo hacía. Me contestó que tenía demasiados libros en casa, que le sabía mal tirarlos y que los dejaba en la entrada (exterior) porque allí siempre se los llevaba alguien.
Fue entonces cuando se me encendió la chispa y pensé que podríamos poner una biblioteca en la sala de reuniones o cuarto de las ratas (ya que nunca se había arreglado y su aspecto era lamentable. Sólo se entraba en él una vez al año para hacer la reunión ordinaria).
A los primeros vecinos a quienes se lo plantee les pareció un poco descabellado, pero día a día la idea cogió forma. Primero hice pintar el cuarto. Luego cogí unas fotos de un calendario bonito y las enmarqué y las colgué de las paredes. Después compré una mesa de segunda mano y un vecino bajó una silla.
Organicé entonces la primera reunión en 20 años en la que la gente bajó sillas y se sentó. Puse unas gotas de esencia de rosa en las esquinas y en las entradas del ascensor y fue sorprendente comprobar que en esa reunión nadie alzó la voz (cuando antes chillaban a grito pelado) y cada cual expuso en orden sus ideas.
Les propuse entonces la idea de la biblioteca y fue aprobada por unanimidad. El siguiente paso fue comprar unas estanterías (3º séfira, la organización) para poner los libros que les sobrasen a los vecinos. Conté con la ayuda inestimable de Ángel, uno de mis vecinos.
Una vez montadas, como soy periodista y, curiosamente, aquél era el año del libro en España, llamé a la organización de ese evento para decirles que estaba montando la primera biblioteca que se hacía en una comunidad de vecinos en España. Les encantó la idea y su máxima autoridad, el comisario, decidió venir a la inauguración.
Con este compromiso llamé a las autoridades del distrito que enseguida se apuntaron y mandé un mail a vario periódicos para informarles del tema. Al día siguiente uno de ellos me pidió una entrevista para ver la biblioteca y hablar de ella al día siguiente.
Como buen Aries, había puesto la carreta delante de los bueyes y tenía concertada una entrevista para ver una biblioteca sin libros. Pero como buen Aries, también, me movilicé. Eran las 19h. y me puse abajo, en la portería a pedir libros a todo vecino que llegara. Ellos, animados por la idea de que su comunidad saliera en el periódico y viendo mi entusiasmo, empezaron a bajar libros. A las 21h ya teníamos 500, suficientes para la entrevista.
A los tres días el periódico publicó la entrevista. El distrito nos llamó para ofrecernos más estanterías y libros (séfira 4, la expansión). Las semanas siguientes fueron la locura, porque a raíz del periódico me llamaron las radios y siguiendo a estas, las televisiones.
Una de las vecinas, Margarita, se ofreció como bibliotecaria para introducir los títulos en el ordenador y ordenar los libros en las estanterías (séfira 5, el trabajo).
A la inauguración (séfira 6, el festejo) vinieron numerosas autoridades y los medios de comunicación.
Esta experiencia sirvió, a la par, para que los vecinos se sintieran orgullosos de su comunidad, generándose así más armonía (séfira 7). También resultó útil para que los vecinos bajaran a coger libros y fomentar así la lectura (séfira 8, comunicación). Nos ayudó, así mismo, a plantearnos la convivencia desde otro punto de vista (séfira 9, la visualización).
Llevo 3 años de presidente (el único que ha repetido en el cargo) y las instalaciones están bien, han dejado de hacer pintadas, la limpieza es correcta y la gente se saluda cuando se cruza en la escalera.
He decidido compartir esta experiencia porque al tiempo que sirve como ejemplo de desarrollo del Árbol de la Vida, muestra que cuando tenemos intención de generar armonía a nuestro alrededor, las circunstancias se vuelven propicias.