
Bien sabemos que generalmente nadie abandona por las buenas un lugar donde se encuentra a gusto; es decir, que en el Paraíso necesitábamos a alguien que nos empujase, que nos tentase ofreciéndonos algo mejor. En este punto es donde aparecen los «Angeles Caídos», también llamados «Luciferianos» que, tomando la forma de una serpiente nos prometen que podremos ser iguales a Dios, conocer el secreto de la Creación.
Evidentemente, poco a poco vamos desarrollando nuestras potencialidades y descubrimos nuestras capacidades en todos los terrenos; en esto no nos engañaron, pero lo que ocultaron era a qué precio obtendríamos este conocimiento. Confiamos en ellos y sin darnos cuenta nos condujeron a la columna de la dificultad, o sea que pasamos de Hesed a Gueburah. A partir de ese momento, nos vimos obligados a ganar el pan con el sudor de nuestra frente y a parir con dolor; desde entonces, toda obra humana se lleva a cabo con el precio del sufrimiento.

Hasta Hesed, Dios había actuado como un Padre que lleva a su hijo (el hombre) de la mano. Pero luego el niño se volvió revoltoso y se soltó de esta mano para conocer el mundo por su cuenta. El padre le castigó dejándole continuar sin su protección y además le confió a una institutriz (los Luciferianos) que le enseña, pero golpeándole cada vez que comete un error. El centro Gueburah está representado a nivel material por el planeta Marte. En la mitología, Marte era el hijo de Júpiter-Zeus; y en el árbol cabalístico, Marte (Séfira número cinco) sigue también a Júpiter (número cuatro). Además por ocupar la segunda posición en la columna de la izquierda, Marte es el más directo colaborador de Cronos-Saturno.
Hemos visto al hablar de Hesed que con Júpiter, el hombre ejerce un poder, organiza la vida a su alrededor en función de sus sentimientos y de su manera de ser y en este proceso de aprendizaje comete errores que Marte, de forma rigurosa, le hará reconocer como tales y le hará pagar. Resumiendo, Marte aplica la ley saturnina dando buena cuenta de los desmanes jupiterianos. Marte administra los contenidos de Aries y Escorpio. Los Luciferianos son los encargados, c

De ello podemos deducir que lo espiritual y lo sexual son dos caras de una misma moneda y la obtención de una supone una limitación de la otra. Es decir que para ambas cosas se utiliza el mismo carburante, si la empleamos en lo uno, disminuye su fuerza para lo otro.
El quinto pilar para la construcción de nuestra personalidad, siguiendo el orden establecido en el Árbol de la Vida, es el que enfrenta al ser humano con una de las claves fundamentales de su desarrollo: el Trabajo, entendido éste como el conjunto de actividades que le ayudan a cosechar experiencias. Es el momento de descubrir las herramientas con las que hemos sido dotados y aprender a utilizarlas. Aquí empezamos a ser conscientes que somos portadores de una súper abundante energía y que es preciso darle salida si pretendemos mantener un equilibrio y estar en armonía.

Trabajar es estar a punto para llevar a cabo todos los cambios de actitud requeridos para la mejora de nuestra personalidad, tanto en el exterior como en el ámbito interno. Trabajar es ofrecer el máximo que se pueda dar en cada uno de los apartados de la vida, principalmente el de la familia, el trabajo y los amigos, porque absorben el noventa por ciento de nuestro tiempo. También debe entenderse trabajar en el sentido de pulir tu piedra bruta, tu carácter y estar en disposición de rectificar tendencias equivocadas.
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Tristán Llop
1 comentario:
Aqui escribe una con cuatro planetas en Gheburah: Venus,luna, júpiter y neptuno.
Se murió mi padre siendo niña, como en la mitologia y he luchado bien duro, pero cada día entiendo más el por qué.
Estoy rectificando y me veo, sinceramente, por buen camino.
Me encanta tu blog.
Mil gracias.
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