La puerta del solsticio

El día 21 de diciembre, a las 12.04 (hora solar), se produce el solsticio de invierno, una oportunidad única para activar toda una serie de valores que solemos llevar ocultos durante el año y que ahora deberían salir a la luz.

El solsticio marca el inicio del periodo de entrada de las energías crísticas en el ser humano, que culminará la noche del 24 de diciembre, con el nacimiento de Cristo. En este artículo os lanzo algunas sugerencias prácticas para aprovechar mejor la energía del solsticio…

En este periodo de 3 días (el 3 se corresponde en el Árbol de la Vida a Kether, Hochmah y Binah, que en terminología cristiana serían, Padre, Hijo y Espíritu Santo), en este lapso tendremos la posibilidad de ponernos en sintonía con esa nueva energía que debería nacer en nosotros.

Es el momento de lanzar al mundo a esas tendencias humildes, esos pastorcillos que moran en nuestro interior, para que empiecen a adorar al nuevo Rey. Dicho en lenguaje mundano, es tiempo de sacar lo mejor que hay en nuestra personalidad, nuestra mejor imagen, nuestra mejor sonrisa, la alegría, el buen humor, el espíritu de compartir y de ayudar, para que empiecen a abrir camino a esa nueva fuerza que emerge desde dentro y que debería abrirse paso entre sus enemigos: el miedo, la inseguridad, la falta de confianza en el futuro, en suma, la oscuridad.

Si despejamos el camino a esa fuerza crística emergente, empezaremos a ver la vida desde otro ángulo, las cosas nos parecerán más fáciles, nos resultará menos difícil afrontar los cambios que se nos presentan, el camino del futuro se aplanará.

Os lanzo algunas sugerencias que os ayudarán a sacar más provecho de la energía del solsticio. La primera sería realizar un ayuno en uno de los tres días o intentar comer de una forma más frugal, con poca carne y eliminando el alcohol, para que los canales estén más limpios (procurad hacerlo de forma discreta, evitando llamar la atención de los que os rodean, porque se trata de un trabajo íntimo y personal).

Otra sugerencia es que iniciéis el día con una pequeña meditación. Coger como base el Árbol de la Vida que aparece arriba del artículo. Miradlo durante unos minutos. Después imaginad que penetráis en ese Árbol y que empezáis a elevaros en él empezando por el círculo de abajo (se llama Malkuth y podéis pedirle que os dé firmeza y estabilidad); seguís al de más arriba (se llama Yesod, pedidle imaginación); al de la izquierda (se llama Hod, pedidle inteligencia); al siguiente de la derecha (se llama Netzah, pedid armonía); al del centro (se llama Tiphereth, pedid memoria); izquierda (Gueburah, pedid fuerza y trabajo); derecha (Hesed, pedid expansión); izquierda (Binah, pedid orden); derecha (Hochmah, pedid suerte) y el de arriba del todo (se llama Kether, pedid voluntad y Luz). Tenéis a continuación un gráfico que os marca el orden del Árbol (la subida es del 10 al 1).

Esta elevación servirá para que paséis la jornada a un nivel superior al normal, lo cual os permitirá ver vuestras circunstancias desde otra óptica y comportaros de una forma diferente. Al finalizar el día es preciso bajar del árbol, haciendo la misma meditación al revés, del 1 al 10, dando las gracias a cada centro por la energía que os ha dado.

Que la Luz de la Navidad os inspire

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Para la crisis, lo mejor...

Este artículo está directamente relacionado con la realidad del momento y, más concretamente, con una anécdota que acabo de vivir en estos días.

La semana pasada fue el cumpleaños de mi hijo y compramos un Massini (un pastel de nata y chocolate) en nuestra pastelería de toda la vida…

Al comerlo nos dimos cuenta que habían cambiado la composición. Habían retirado la capa de debajo de chocolate y galleta crujiente, habían aumentado considerablemente la cantidad de bizcocho (el pastel había subido en altura y perdido base) y habían reducido la nata y el chocolate. Mi hijo, que generalmente devora estos pasteles, dejó la mitad en el plato y los demás nos esforzamos por terminar nuestro trozo.

Tenemos otro cumpleaños esta semana y habíamos encargado otro Massini. Llamé a la pastelería para ver si podían hacerme el modelo que nos gustaba y me contestaron que a partir de ahora todos serían como el último. Anulé mi pedido y mis hijos me han pedido que cambie de pastelería.

Esta anécdota me ha hecho vivir una de las repercusiones de la crisis. Algunos comerciantes tienen la idea equivocada que para combatirla es necesario reducir costes bajando la calidad de los productos que venden (pero manteniendo el precio). A lo único que les llevará esta política es a perder más clientes.

Cuando pasamos por un mal período, cuando asoma la crisis, debemos dar lo mejor que hay en nosotros mismos. Es el momento de ser generosos, de abrir nuestro corazón, de regalar sonrisas y de entregarnos, porque ésta es la mejor manera de exhortar los malos tiempos.

Para la crisis, lo mejor...


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Las señales de la Navidad

Acabo de adornar el árbol de Navidad, al tiempo que mi mujer montaba el pesebre, lo cual significa que ya hemos dado el primer pistoletazo para que arranque el periodo más luminoso del año. Mañana me tocará adornar el árbol de mi comunidad.

Gran parte de los gestos que realizamos a diario son simbólicos y muchos de ellos forman parte de rituales que tratan de enseñarnos a vivir siguiendo las normas del universo, es decir, nos muestran el camino para vivir mejor…

La Navidad representa el nacimiento crístico, es cuando la luz penetra en la oscuridad. Si miramos el esquema del Árbol de la Vida (ese símbolo del desarrollo humano y universal), veremos que la luz está arriba, en Kether (la corona) y la oscuridad abajo, en Malkuth (el mundo material). Cuando adornamos nuestro hogar con los adornos navideños y, sobre todo con la luces, estamos propiciando el despegue desde la materia hacia el espíritu.

Si tenemos en cuenta que ahora mucha gente está viviendo una situación de crisis, en la que se está tambaleando todas sus estructuras materiales, es el momento propicio para llamar a la luz y hacer que penetre en la oscuridad, para activar ese Cristo interno que nos ayudará a ver mucho más claro y a saber cómo salir de nuestros problemas. También nos ayudará a salir de la negatividad y a desinstalarnos de la base de crisis en la que muchos se han anclado (inconscientemente).

Poner luces en casa es llamar al Cristo interno a actuar, llamarlo del descanso al trabajo, como dicen los rituales y hace que se active en nuestras vidas.

Adornemos pues nuestros hogares, llenémoslos de luces, de pastorcillos (tendencias humildes dispuestas a servir a su Cristo), de Reyes Magos que nos aporten sus presentes, oro, incienso y mirra (Voluntad, Amor y Sabiduría) y pongamos villancicos, esas canciones creadas para despertar nuestra fe interna, para llamar a nuestras tendencias a reunión porque El Cristo ha nacido.

¡Bienvenido seas, ilumíname, ayúdame a caminar por la senda de la compresión y haz de mí un obrero de la obra divina! Amén (Aleph-Mem-Noun).
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