El árbol de la vida, Hochmah

Hochmah es el segundo Séfira de el Árbol de la vida o Árbol Cabalístico y el segundo Centro del Mundo de Emanaciones, pertenece a la columna de la Gracia. Si Kether-Voluntad era el Padre, Hochmah se identifica con el Hijo, es la primera manifestación visible del Padre, es su obra, el heredero de sus virtudes, el centro crístico por excelencia. De Hochmah proceden las energías que permiten a los enfermos sanar, es de alguna manera el botiquín del universo.

En Kether, la fuerza divina se manifiesta como un Fuego interno que habita todo lo creado, en Hochmah, lo hace, simbólicamente, como Agua. La voluntad de Kether es pura energía y necesita de un receptáculo para poder expresarse antes de ser derramada al exterior. Esta condensación de la fuerza divina produce el amor, y tiene como efecto una iluminación interior.

Hochmah tiene una correspondencia zodiacal: el planeta Urano. En la mitología griega, Ouranos es el primer dios del Olympo, nacido de la luz y del caos, es la primera manifestación de esta luz. Iremos constatando a lo largo de nuestro recorrido por los Sefirot la correspondencia de la Cábala con la mitología. El esquema del Árbol de la vida no sólo nos permite comprender la creación del universo, sino que describe asimismo los mecanismos de nuestra existencia diaria. Todos los Sefirot actúan en nuestro organismo de una forma específica.



A nivel práctico, cuando movemos nuestra voluntad con vista a un objetivo cualquiera, estamos activando nuestro Kether, y al hacerlo, movemos automáticamente el mecanismo del Séfira siguiente (como en un sistema de vasos comunicantes): Hochmah, que se ocupará de que se vayan formando las circunstancias idóneas -es decir, ayuda divina- para que el propósito ideado por nuestra voluntad-Kether llegue un día a ser realidad. De este esquema se desprende una idea bien clara: si los ejes de nuestra voluntad chirrían, si les falta engrase porque no la movemos, tampoco se movilizará la ayuda divina. Y este razonamiento puede llevarnos a un sinfín de conclusiones. Nos permitirá comprender, por ejemplo, la posible raíz de ciertas sequías pertinaces en países como Etiopía y tantos otros, poblados en su mayoría por gentes que no mueven su voluntad, que se resignan y se abandonan a un destino adverso que ni siquiera se plantean cambiar. Y si no hay Voluntad-Kether, tampoco habrá Agua-ayuda providencial-Hochmah.

El segundo pilar para la construcción de nuestra personalidad, siguiendo el orden de el Árbol de la Vida o Árbol Cabalístico, sitúa en nuestro camino un elemento imprescindible para el avance: la Sabiduría. Éste es un concepto que ha cambiado de significado con el paso del tiempo, ahora lo asociamos con conocimiento, con ciertos rasgos de cultura. Pero antes la sabiduría era mucho más, englobaba un compendio de habilidades, de actitudes que facilitaban la vida de la persona que las poseía, procurándole felicidad. Se trataba en realidad de un modo de ser, de una manera de entender el sentido de los acontecimientos. Ésta es la cualidad que se persigue en este segundo centro de el Árbol del la Vida, es el momento para decidir si quieres aprender a interpretar las señales que encuentres en tu camino.

La sabiduría transmite, además, la necesidad de saber aprovechar las oportunidades, que en cierto modo significa tener oídos para todo cuanto suceda alrededor, saber elegir el camino correcto cuando se llega a una bifurcación. Es primordial que la persona muestre una cierta apertura hacia la vida, que demuestre ganas de enfrentarse a ella, de superar tropiezos y alcanzar altas metas.

Reza el dicho que las ocasiones las pintan calvas, y es preciso intentar cazarlas al vuelo. Las mejores suelen pasarnos inadvertidas. Prestamos poca atención a las oportunidades que se nos presentan porque nuestros sentidos están todavía aletargados y necesitan un despertar. Quizá sea debido a un encasillamiento obsesivo con la realidad que prefijamos (nuestra rutina), con el encuadre que damos por definitivo, y con ello conseguimos cerrar las puertas del cambio con tantos candados, que resulta demasiado penoso buscar la llave para volver a abrirlos.

Por ejemplo, si una persona está en el paro y se obsesiona con la idea que a su edad le resultará imposible encontrar trabajo, es probable que pierda muchas oportunidades debido a que su actitud le pondrá a la defensiva ante posibles ofertas. Puesto que está convencida de sus nulas probabilidades, creerá que sólo pueden ofrecerle contratos basura. En cambio, si muestra una apertura, si cree en sus posibilidades, si conecta con su propia energía, si acepta que todos tenemos cabida en este mundo y que cada cual debe mover las aspas de su molino, es muy posible que encuentre trabajo. Tal vez resulte diferente al que había imaginado, pero representará una oportunidad de crecimiento.

Esta etapa del viaje debe cargar nuestras maletas de espíritu positivo, de ansias de superarnos; nos susurrará al oído palabras de ánimo y nos transmitirá la sensación, sutil pero real, de que existe la providencia, de que nos apoyan fuerzas, sean del más allá o del más acá, que nunca estamos solos.
En cierta ocasión le decía Pu Shang a Confucio:

¿Qué clase de sabio eres tú, que te atreves a decir que Yen Hui te supera en honradez; que Tuan Mu Tsu es superior a ti a la hora de explicar las cosas; que Chung Yu es más valeroso que tú; y que Chuan Sun es más elegante que tú?.

Sí, todo esto es cierto – añadió Confucio.

Entonces, ¿por qué los cuatro son discípulos tuyos?

Yen Hui sabe cómo ser honrado, pero ignora cómo ser flexible. Tuan Mu Tsu sabe cómo explicar las cosas, pero le cuesta dar un simple sí o una negativa por respuesta. Chung Yu sabe cómo ser valeroso, pero olvida ser prudente. Chuan Sun Shih sabe cómo ser elegante, pero se desentiende de ser modesto. Por eso los cuatro están contentos de estudiar conmigo.

El sabio a menudo se caracteriza por dar un uso adecuado a la información que caiga en sus manos, es decir, comprender los mensajes directos, indirectos y subliminales y actuar en consecuencia. Significa que la persona debe conectarse a diferentes frecuencias, extender su antena parabólica para captar más canales, para entender otros lenguajes. Debe tratar de penetrar en los estados de ánimo ajenos, porque sólo así será capaz de comprender las razones que mueven a sus compañeros de vida.

La sabiduría es el brazo derecho de la providencia o de lo que más comúnmente llamamos suerte y para atraerla a nuestra vida existen ciertas actitudes que allanarán el camino.

Si quieres, en base a la astrología Cabalística, puedes obtener tu Árbol de la Vida personalizado.


©Tristán Llop
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1 comentario:

Anónimo dijo...

Muchas Gracias !