La novena letra-fuerza es el Teith, cuya imagen simbólica representa el lugar de reposo del ser humano, el techo que levanta para protegerse, su coraza y, más particularmente, la mujer primordial, compañera del hombre. El Teith constituye el punto de arranque de un nuevo elemento, el Aire, los deseos quedan definitivamente atrás y el germen del pensamiento es plantado.
Si el Heith representa el maná cayendo del cielo, el Teith representa la fase en que el maná es ingerido, o sea, la ley divina es implantada y, como es lógico, no puede pretenderse que el ser actúe en sintonía con ella, puesto que aún no ha sido asimilada y digerida, pero sí puede tenerse por seguro que en el estadio Teith el ser se aleja definitivamente de las emociones y deseos que habían guiado su vida para sintonizarse con la luz que viene de arriba...
El Teith realiza funciones parecidas al Aleph y al He, pero referidas al cuerpo del pensamiento. Es la semilla del pensamiento plantada en el ser, la semilla que ha de hacer florecer en él esa tierra prometida abundante en leche y miel, o sea, abundante en elementos nutritivos susceptibles de producir el renacimiento del Paraíso. La utilización de la mente le permitirá, en efecto, comprender la obra divina y participar en ella positivamente, como colaborador consciente del Creador, mientras que en los ciclos anteriores, en los de Fuego y Agua, era instrumento inconsciente en el primero y laboraba en la oposición en el segundo.
La mente protegerá al ser contra las acechanzas de sus instintos, como si fuera una coraza, en el primer techo que él levanta para su propia protección, y de ahí el símbolo del Teith.
A nivel de elementos, representa el Aire como fuerza primaria, o sea, el cuerpo del pensamiento en tanto que cuerpo, es decir, sustancia material que permite la elaboración de formas mentales, del mismo modo que la materia física nos permite la elaboración de formas físicas y materiales. En el orden de fenómenos naturales, el Teith representa el viento que transporta los gérmenes del pensamiento y los esparce por nuestra tierra.
En el ciclo zodiacal, el Teith representa Libra, signo cardinal de Aire, signo de la mujer por su oposición con Aries, que es el signo del hombre.
En el orden sefirótico, el Teith corresponde a Yesod-Luna y de ese centro de vida recoge la fuerza cristalizante que asegura la interiorización del maná en el ser humano. En Libra tiene lugar la unión de los contrarios, de lo masculino y de lo femenino, es el «lejano Oeste» zodiacal, punto en que la luz del Este se coagula en objetos concretos. El Teith incorpora en él este aspecto de Libra y Yesod-Luna potencia la imagen interior de la unión de opuestos.
En el Tarot, el Teith está representado por la lámina nº 9 que lleva el nombre de: el Ermitaño. En ella vemos la imagen de un anciano envuelto en una capa, en la que oculta un farolillo con el que alumbra su camino. Es la luz de la razón que empieza a brillar al final de un ciclo de experiencias, ya que en el ciclo de 10 elementos, el 9 es el más viejo, produciéndose tras él el retorno a la unidad.
Si el Ermitaño aparece en tu juego, interprétalo como una necesidad de conciliar lo positivo con lo negativo, la fuerza masculina y la femenina, lo individual con lo colectivo, lo consciente con lo inconsciente, buscando en todo el justo término medio, la solución buena para todos. Si en la letra anterior el ser aún dudaba sobre la actitud a tomar, aquí se orienta definitivamente hacia el descubrimiento de la ley cósmica y hacia la sincronización de su comportamiento con ella.
Kabaleb