La niña que no quería hablar

Cuento 4
Darío pasó todo el día en el colegio mirando a sus compañeros y diciéndose:

- Si Yliel ayuda a todos los niños con dificultades, voy a hacerle una lista con los problemas que tienen mis compañeros de clase, así podrá auxiliarles también.

Andrés, por ejemplo, se entristece cada vez que su padre se va de viaje (que es muy a menudo), le puedo decir a Yliel que le busque un trabajo en el que no tenga que viajar.

Ana se pasa el día enfadada y quejándose de todo, quizás con un poco de buen humor consigue que mejore el carácter.

Luis está siempre enfermo, ha pasado casi medio curso sin asistir a clase, seguro que Yliel puede indicar a su madre el medicamento que le sirva para curarse.

Y lo de Julia ya pasa de la raya, tiene un orgullo tan exagerado que pretende que todos hagamos su voluntad, y si no se enfada. Tal vez una dosis de humildad no le vendría mal. Roberto siempre está hurgando en su nariz y después pone los dedos en la boca. A mi me da mucho asco y cuando le recriminamos nos promete que no lo volverá a hacer, pero no hay manera. Puede que el ángel le ayude a cumplir sus promesas.

Darío pasó el día confeccionando su lista. De vez en cuando borraba anotaciones, porque la actitud de alguno de sus compañeros le hacía cambiar de opinión sobre lo que iba apuntando. Por la tarde, al salir del colegio, se sintió orgulloso por el trabajo realizado y estaba dispuesto a aprenderse la lista de memoria para poder recitársela después a Yliel. Se sentía feliz de poder solucionar los problemas de todos sus amigos de clase, incluso los de la profesora, ya que oyó una conversación en la que explicaba a otro profesor que no conseguía dejar de fumar por más que se lo propusiera.
Cuando llegó a su casa, después de darle un beso a su madre, se encerró en su habitación para repasar, una vez más, toda su lista.Al llegar la hora de acostarse su madre le dijo:

-Pregúntale a Yliel lo que te vamos a regalar por tu cumpleaños.

- ¿Por qué?

- Tú pregúntaselo.

- Muy bien. Oye mamá, ¿cómo te ha ido tu examen?

-Bastante bien, pero aún no sé la nota.
-Seguro que te ponen un notable.La madre se quedó pensativa, pero sin hacer comentarios.Y el chico se fue a dormir pidiendo, como cada noche, encontrarse con Yliel.

-Hola Darío.

-Hola. Te he preparado una lista con todos los problemas de mis compañeros de clase para que los soluciones y he incluido también a mi maestra, que aunque no es pequeña, siempre está con niños.

-No puedo hacer eso.

-Pero ¿por qué? ¿No me dijiste que te dedicas a ayudar a los niños?

-Sí, pero sólo a aquellos que me lo solicitan directamente. Para poder ayudar, la persona tiene que estar de acuerdo si no es así la estás violentando, actúas en contra de su voluntad y eso no se puede hacer.

-No lo entiendo, si alguien está mal o tiene problemas es evidente que querrá ser ayudado, ¿no?
-No es tan sencillo. A menudo la gente quiere solucionar sus propios problemas sin ayuda. En ocasiones también sucede que imaginas que alguien tiene un problema, porque realmente te lo parece. Pero quizás esa persona no lo viva así, y le parezca una virtud aquello que para ti es un defecto. Voy a ponerte un ejemplo, en tu lista has puesto a tu compañera Julia porque piensas que es muy orgullosa y quiere que los demás hagan siempre su voluntad. ¿Tu crees que para ella eso representa un problema?

-No, es probable que no, pero para mi sí.
-Entonces no se trata de arreglar los conflictos de tus compañeros, sino los tuyos.

-Bueno, pues ayúdame a solucionar los míos.
-Lo haré, pero no cambiando a todos los que te rodean, sino dándote información para que seas tú quien cambie. Te voy a ofrecer otro ejemplo: al padre de Andrés le gusta mucho viajar y tú pretendes que yo le consiga un trabajo cerca de su casa, pero si lo hiciera no sería feliz.
-Pero Andrés se siente muy mal cada vez que su padre se marcha.

-¿Y piensas que ver triste a su papá le haría más dichoso?

-Creo que es muy complicado y hay un montón de cosas que no comprendo. ¿En tu mundo no tenéis estos problemas?

-No, allí todo lo que deseas se obtiene inmediatamente.

-Hala, qué guay. Siempre he pedido a mis padres que me compraran un perro y una perra, para poder tener perritos, pero me contestan que si en el futuro tenemos dinero iremos a vivir a una casa grande con jardín y que entonces podremos tener animales. Si viviera contigo ya los tendría ahora.

-En este momento ya estás en el mundo de los Deseos. Cada vez que sueñas te trasladas aquí.

-No te entiendo, ¿qué quieres decir?

-Que como ya estás en él, puedes pedir lo que quieras y lo obtendrás.Darío se estaba maravillado y sorprendido, no se atrevía a pedir nada. De pronto se acordó que al bajar a jugar a la calle se encontraba a David con su coche teledirigido y siempre daba la "casualidad" que cuando se lo iba a dejar se habían acabado las pilas. Así que probando suerte dijo:

-Quiero un coche teledirigido.Pocos segundos después Darío se encontró en sus manos el mando de un precioso vehículo y curiosamente del mismo modelo que el de David.

-Pero, pero... - no lograba hablar.

-Has deseado un coche y aquí lo tienes - le dijo Yliel.

-¿Funciona?

-Pruébalo.Muy nervioso, apretó el botón haciendo que el coche corriera a toda velocidad. Cuando ya llevaba un ratito jugando Yliel le dijo:

-¿Quieres que te explique la historia de la niña que no quería hablar?.

-Vale.Dicho esto, el coche desapareció y el ángel, tras acomodarse, empezaba su relato:

-Un día el arcángel Gabriel me llamó para que realizara otra misión: ayudar a una niña que se negaba a hablar. Susana, era menuda, rubia, con una melena rizada y una sonrisa preciosa. Con 8 años recién cumplidos y hacía uno que no soltaba una sola palabra. Su una hermana pequeña se llamada Marta y acababa de cumplir trece meses. Sus padres estaban desesperados. Acudieron a multitud de médicos, psicólogos, psiquiatras, que le recetaron toda clase de pastillas, inyecciones y jarabes, pero nada la curaba.

Buscando en los archivos vi que cuando Marta nació, sus padres, como acostumbra a pasar siempre que nace un bebé, le prestaron mucha más atención a la pequeña y sin darse cuenta se pasaban el día censurando a Susana: habla más bajo; no chilles; baja el volumen de la tele que despertarás a tu hermana; apaga la música que Marta tiene que dormir, no cantes; ahora no es momento de jugar, tengo que darle el biberón.

Llegó un punto en que la niña se sintió rechazada pensando que a nadie le importaba lo que ella dijera, pensara o hiciera y decidió dejar de hablar.Me introduje en sus sueños para tratar de explicarle que su familia la quería mucho, que el nacimiento de un niño siempre trae muchos cambios y que si hablaba de nuevo, todos iban a ser muy felices. Pero su respuesta fue que desde que dejó de hablar, todo el mundo le prestaba mucha más atención, que con tan solo mover un dedo sus padres estaban a su disposición. En el colegio, la maestra también le dedicaba una atención especial y le dejaba contestar sus preguntas por escrito. Por lo que no tenía interés alguno en volver a hablar.

El problema se planteaba difícil y era necesario elaborar un plan. Primero procurando que la situación no le fuera tan cómoda, para que prefiriera hablar. Así que la noche siguiente me introduje en los sueños de su maestra para pedirle que no le diera un trato especial, ni le permitiera contestar a las preguntas por escrito. Ella estuvo enseguida de acuerdo en ayudar a Susana. Visité después a sus mejores amigas: Ana y Carmen y les pedí que durante unos días no le hicieran mucho caso. Finalmente fui a convencer a sus padres de que fingiesen no entenderla cuando trataba de comunicarse por señas.

En los días que siguieron el plan se llevó a término y Susana pudo darse cuenta enseguida de que todo cambiaba a su alrededor, la gente ya no le mimaba como antes. No hablar era una desventaja. Pero ella siguió tozuda sin abrir la boca ya que hasta entonces esta actitud le había dado buenos resultados.Al cabo de una semana se presentó una buena ocasión. Una mañana Susana, Marta y su madre fueron a la piscina. El sol calentaba con fuerza y la madre tuvo sed, así que le dijo a su hija:

-Susana, cuida un momento de tu hermana mientras voy al bar a comprar una botella de agua.

No le gustaba demasiado ocuparse de Marta ya que se todo el rato daba vueltas de un lado para otro, por lo que decidió sentarse y seguirla con la vista. La pequeña se paseaba al borde de la Piscina, era una ocasión única. Pedí ayuda a las Sílfides, para que con un golpe de aire empujaran la niña; solicité también la colaboración de las Ondinas, las criaturas del Agua, para que cuidaran de ella. Así fue como en cuestión de segundos, Marta se cayó a la piscina delante de la mirada horrorizada de su hermana que no dudó en tirarse para salvarla. Susana, al no saber nadar demasiado bien, no conseguía hacerla salir, por lo que sólo le quedaba una salida:

-Mamá, mamá, socorro, ayúdame mamá.

La madre que en ese momento volvía con la botella en la mano, lanzó un grito, soltando la botella y se tiró al agua para sacar a sus niñas. Una vez fuera, pasado el susto y mientras seguía abrazada a sus hijas, preguntó:

-¿Quién me avisó? He oído una voz que gritaba mamá.

-He sido yo - contestó su hija mayor.

-Pero... Susana, ¡has hablado!

La madre se puso entonces a llorar abrazando muy fuerte a su hija.

Mi trabajo había terminado.

-¿Qué pasó después? - preguntó interesado Darío.

-Aquel día le hicieron a Susana una gran fiesta y después sus vidas transcurrieron con normalidad. Sus padres ya entendieron que su hija mayor necesitaba más atención.

-Yliel, quiero que me expliques más cosas sobre tu mundo.

-Hoy se nos ha acabado ya el tiempo. Debes decirle a tus padres que no voy a contestar a su pregunta, ya que si te dijera lo que van a regalarte por tu cumpleaños, rompería el encanto de la sorpresa. Diles que el regalo lo comprarán mejor en el primer establecimiento donde pensaban ir, que en el segundo. Comenta también a tu padre, en relación con su trabajo, que no se deje engañar por las apariencias, ya que no es oro todo lo que reluce.

-No entiendo lo que quieres decir.

-Es igual, él lo comprenderá. A tu madre le dices que su blusa está detrás de la lavadora. Adiós, pásalo bien, te espera una agradable sorpresa. Si no hay contratiempos volveremos a vernos por la noche.

-Adiós.Darío se quedó con las ganas de preguntarle cuál era la sorpresa. Al despertar pudo ver a sus padres entrar juntos a la habitación, ya que era mucho el interés que tenían en conocer la respuesta del ángel.

-Buenos días papá, buenos días mamá.

-Buenos días hijo, ¿has dormido bien?

-De primera, ha sido súper emocionante, he conducido un coche teledirigido en el mundo de los Deseos. Además Yliel me ha contado la historia de una niña que no quería hablar.

-¿Ha respondido a nuestra pregunta?

-Ah, sí, me ha dicho que no iba a contestar porque tiene que ser una sorpresa y que deberíais comprarlo en el primer sitio que habéis mirado. También dijo que papá que no se dejara engañar por las acariencas, que no es oro todo lo que reluce.

-Será apariencias.

-Eso, que lo tuvieras en cuenta en tu trabajo. Finalmente me ha dicho que tu blusa, mamá, está detrás de la lavadora.

Darío se fue a la ducha. Sus padres permanecieron de pie, inmóviles, mirándose el uno al otro, sin saber qué decir.

- Yliel se ha mostrado más sensato que nosotros - dijo el padre rompiendo el silencio, - si le hubiera revelado lo que le vamos a regalar nos estaríamos arrepentidos de habérselo preguntado. En lo que se refiere al trabajo, es curioso, ayer fui a visitar a un cliente que tiene un despacho muy lujoso, súper guay, como dice Darío, quizás se refiera a él al decir que no me deje engañar por las apariencias. Voy a pedir informes a su banco antes de hacer negocios.Cuando acabó de hablar su mujer se fue al tendedero, volviendo con una blusa en la mano:

-¿A que no sabes dónde la he encontrado, después de una semana buscándola?

-Detrás de la lavadora - le respondió su marido sonriendo.

-Exacto. Aquí está pasando algo raro y no sé si debo alegrarme o asustarme.

-De momento no tenemos ninguna razón para tener miedo. Desde que conoce a Yliel, el niño se comporta mejor que nunca: estudia, hace sus deberes y además te ayuda en casa. No debes preocuparte. Ahora vamos a prepararlo todo para la excursión.

-¿Qué excursión? - preguntó Darío que acababa de salir de la ducha.

-Un cliente me ha regalado una mesa, cuatro sillas y una nevera de camping, así que hay que estrenarlos. Nos vamos a la montaña.
-¡Fantástico! - contestó saltando de alegría.

Tristán Llop


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