La sexta letra-fuerza es el Vav. En ella, el potencial del He, que es vida universal, agua pura, sentimientos difusos, se interioriza, regando todo nuestro ser interno. En el orden de fenómenos naturales, puede decirse que el Vav es el agua de los ríos, procedente de las aguas dulces del He, caídas en forma de lluvia.
Es, pues, esa agua que riega la tierra y que permite que todo crezca con exuberancia, tanto las buenas como las malas hierbas y, a nivel individual, tanto los buenos como los malos sentimientos...
El Vav es el agente fecundante macho, el que engendra el deseo, el que da al deseo la posibilidad material de existir. Si el He constituye la semilla de los sentimientos, el Vav representa el arraigo de esos sentimientos en nuestro interior. El Vav es un Beith a nivel emotivo y si dijimos que el Beith es el arquetipo de todos los continentes, la primera de las moradas, podemos añadir que el Vav es el que construye en nuestro interior la casa de los sentimientos, o sea, los sentimientos han hecho nido.
Sin embargo, como letra, el Vav es un puente de enlace entre dos estados y no existe en lengua hebraica ni una sola palabra que empiece con el Vav, ya que si su función es relacionar dos estados entre sí, tiene que existir, evidentemente, un estadio previo para relacionarlo con el otro. Las ideas de morada de los sentimientos y de signo de enlace parecen inconciliables, pero hay que considerar la estancia sentimental como una etapa hacia un objetivo superior.
En el nombre divino –Yod-He-Vav-He encontramos el Vav entre los dos He, transmitiendo vida. Su doble calidad de trazo de unión entre dos estados y de morada es puesta en relieve por la vinculación del Vav al orden zodiacal y al orden sefirótico.
En el zodíaco, el Vav representa el signo de Escorpio, plaza fuerte de los sentimientos. En el árbol sefirótico, representa al Sol-Tiphereth. De Escorpio le viene al Vav una herencia de tinieblas, ya que en este signo se produce la interiorización de los sentimientos, o sea, los sentimientos se cubren de un manto material. De Tiphereth hereda el chorro de luz líquida procedente de las aguas luminosas de Hochmah. Esa doble herencia del Vav lo convierte en el signo que comunica la luz con las tinieblas, de modo que el Vav lo mismo puede ser el puente que conduce a lo sublime que la palanca para regresar a niveles inferiores.
En el nombre divino, el Vav es el elemento activo, el que señala el período en que el individuo tiene que confrontar su potencial interior con la posibilidad que le ofrecen las circunstancias y crear con ellas una nueva realidad. Esa acción lo conducirá a la luz o a las tinieblas, al futuro o a estadios del pasado. Dios se oscurece en el Vav para que otros seres puedan existir, cumpliéndose en él los misterios de Binah, cuya función, como vimos al estudiar ese Séfira, es la de Vav, lo mismo que Tiphereth, Vav de su ciclo, ya que el Sol, con ser la fuente de luz, es un pálido reflejo de ese Sol oculto que brilla en los mundos superiores. El acto de fecundación, regido por el Vav y por Escorpio, produce un oscurecimiento, un descenso del tono vibratorio, pero da lugar a la formación de un nuevo ser.
En el Tarot, el Vav está representado por la lámina nº 6 que lleva el nombre de: el Enamorado. En ella aparecen tres figuras representando a un hombre indeciso entre dos mujeres, cada una señalándole un camino, mientras en el cielo, Cupido se prepara a disparar la flecha del amor, indicando que el amor, los sentimientos, serán los determinantes de la conducta del personaje, los que lo inclinarán hacia el camino de la derecha, donde se encuentra la linda Raquel o al de la izquierda, donde se encuentra la fea hermana mayor, Lea (la historia de Jacob, que se relata en los evangelios); es decir, hacia la luz o hacia las tinieblas.
Si el Enamorado aparece en tu juego, interprétalo como el anuncio de una indeterminación, lo cual no significa inmovilismo, ya que siendo por excelencia una carta de acción, no cabe la inhibición. Ocurrirá que el individuo se encuentra en una encrucijada, en la que, si por una parte una fuerte corriente lo impulsa hacia la superación de su naturaleza inferior, por otra parte el pasado gravita muy fuerte sobre él y siente la tentación de refugiarse en el confort de lo conocido, de aquello que domina bien y que, de elegirlo, le permitirá sentirse en seguridad, mientras que el futuro se presenta como una incógnita.
Anuncia, pues, que la persona se encuentra en un momento crucial y lo que decida condicionará de manera decisiva su porvenir.
Kabaleb