La tercera letra-fuerza es el Ghimel, que representa la exteriorización de las energías del Aleph concentradas en el Beith. El Séfira que la representa es Binah. A través del Ghimel, el designio divino se exterioriza, se hace visible, siempre utilizando al ser humano como instrumento inconsciente, de modo que en esa primera etapa, representada por las tres primeras letras, en el Aleph Dios hace concebir al ser un propósito que él ignora y lo impulsa a actuar de acuerdo con él; en el Beith hace que, con su modo interno de comportarse, sea obediente a ese propósito, y en el Ghimel lo exterioriza a través de sus obras, de sus palabras, de su mente, de su acción social...
Para que esa exteriorización sea posible, el ser deberá adaptarse al contexto social, humano, en el que se halla inserto. La ley de Binah, de la renuncia o limitación, será activa en el Ghimel.
A nivel de elementos, el Ghimel representa el tercer estadio del Fuego, que podemos definir como luz que se proyecta para convertirse en creación. En el ciclo zodiacal, el Ghimel corresponde al signo de Sagitario, que es el tercer signo de Fuego y también el nº 3 en el orden de manifestación zodiacal. En el orden planetario, el Ghimel corresponde a Saturno, segundo de los planetas emanados de la nebulosa central. Saturno realiza con las fuerzas del Ghimel funciones formadoras, convirtiendo la luz en realidades tangibles, creando situaciones concretas, las cuales son administradas por su «hijo» Júpiter, que es el regente del Sagitario instituido.
En el Tarot, el Ghimel aparece bajo la imagen de la Emperatriz, imagen femenina que indica que el Ghimel actúa a través de la imaginación, que es una fuerza femenina y que es con ella que se efectúan las cristalizaciones en el mundo material. Por otra parte, siendo la Emperatriz la expresión gráfica de Binah, la matrona que concibió nuestro universo físico, no podía ser más que una mujer con poderes, tal como lo manifiesta la carta.
La Emperatriz significará, pues, al aparecer en nuestro juego, que un propósito espiritual se encuentra en su fase de exteriorización y ello ha de catapultar al individuo lejos de su realidad actual: lo llevará a otro terreno, a otra dimensión, ya que la expresión de una fuerza espiritual, que hasta entonces había permanecido oculta, no puede pasar desapercibida en la vida, tiene que notarse.
Esa exteriorización se presentará, quizá, bajo la forma de un viaje, ya que a la lejanía psíquica respecto al estadio anterior corresponde una lejanía física. De ahí la asociación de Sagitario y la Casa IX, que se corresponde con los viajes. La Emperatriz ha de anunciar siempre una nueva ruta que se abre en virtud de la acción divina. El ser no es aún consciente de las fuerzas que lo impelen a moverse. Siente únicamente la necesidad acuciante de acometer nuevas empresas.
Notemos finalmente que el propósito espiritual no conlleva forzosamente una acción en el sentido de la moral, ya que si el destino del individuo exige experimentar lo violento y lo cruel, la fuerza espiritual que lo mueve le impulsará hacia ese tipo de experiencias, que su acción pasada ha convertido en necesidad. Tal vez resulte más comprensible el significado del Ghimel si sustituimos la expresión “designio divino” por “designio de nuestro Ego” puesto que es el Ego Superior quien ejecuta la política divina de cada uno de nosotros.
Todo propósito espiritual, para realizarse en el mundo físico, necesita «oscurecerse», necesita un ropaje material con el que cubrirse. El Ghimel representa esa luz rodeada de tinieblas, la encarnación de lo divino en lo humano. En los misterios cristianos, es María sacando de sus entrañas al sublime Redentor. La Emperatriz anunciará, pues, que la redención está en marcha.
En las escuelas iniciáticas, el Ghimel, es decir, la letra G, aparece en el centro de un triángulo. Ya dijimos que el triángulo es la primera figura tangible que ofrece una forma concreta. Dios no creó el universo inferior en el que nos movemos hasta que su tercer centro, Binah, no entró en actividad. La tercera letra ha de ser, pues, indicadora de creaciones a nivel inferior. A veces, esta letra G es sustituida en el centro del triángulo por un ojo del que se desprenden unos rayos luminosos que dispersan unas nubes cubriendo el paisaje. Se quiere simbolizar así la luminosa acción divina que disipa las brumas de las situaciones materiales.
La aparición de la Emperatriz en un juego ha de significar, pues, una claridad aportada por la intervención de la inteligencia divina en los asuntos humanos, aunque esa claridad, como ya hemos apuntado, tome la forma de un oscurecimiento pasajero.
Kabaleb