El estrés (el que se asimila a la ansiedad) está estrechamente ligado a la resistencia que solemos poner a la vida cada vez que nos transmite la necesidad de realizar un cambio.
Un artículo de un diario me ha llevado a plantear el tema y decía: “¿Qué motivos hay tras tanta cultura alternativa del bienestar? ¿Mantener el cuerpo? ¿Un bálsamo para sobrellevar el ritmo diario? ¿Algo más profundo? Según la encuesta de Calidad de Vida en el Trabajo del Ministerio de Trabajo, un 47% de personas afirmaban en 2006 tener niveles altos o muy altos de estrés, cuando en 2001 eran un 31,8%.” ...
Estas estadísticas señalan un crecimiento muy importante del estrés en nuestra sociedad. Según la ley del péndulo, cuanto más nos inclinamos en una dirección, más vamos a balancearnos hacia la contraria. El problema es que los extremos nunca son la respuesta.
En numerosas ocasiones el estrés viene dado porque ejercemos una resistencia en un área determinada de nuestra vida, que luego repercutirá en otra. Por ejemplo, nos cuesta realizar los cambios necesarios para equilibrar nuestra relación sentimental, entonces tenemos tendencia a buscar refugio en el trabajo, le dedicamos muchas horas de las que deberíamos, pero el resultado nunca se corresponderá al esfuerzo empleado, porque el desequilibrio personal repercutirá de forma directa o indirecta y acabaremos teniendo problemas con el jefe y la pareja.
El otro día me explicaba el podólogo que cuando los pies sufren, buscan rectificar la posición al andar y ello repercute sobre la cadera y ésta puede acabar pasándole el mochuelo a la espalda. Así, un calzado inadecuado nos llevará a un dolor crónico en la espalda.
En resumen, si equilibramos nuestra vida, empezando por la parcela más personal, ese equilibrio se extrapolará a todas las áreas y el estrés desaparecerá.
Tristán Llop (Talismanes y Amuletos para una nueva Era)