Amén, la palabra mágica

Sabemos que las palabras tienen un sentido y que algunas concentran una energía especial, sobre todo si están formadas por letras del código hebraico. Este es el caso de Amén, un vocablo que se utiliza a menudo, pero que solemos circunscribir a un espacio determinado de nuestra vida, el religioso o espiritual. Yo pretendo sacarlo de ese encierro y para ello quiero transmitir su sentido más amplio... (sigue)

Nos cuenta el Maestro Kabaleb en su interpretación esotérica del Apocalipsis:

“Amén es una palabra con la que terminan todas las Plegarias cristianas. Si la analizamos, veremos que difícilmente podríamos encontrar en la lengua sagrada, un vocablo que expresará con más fuerza el propósito de espiritualización que conlleva el Amén. En efecto, esta palabra está formada por 3 letras del código hebraico: Aleph-Mem-Noun, formulado como un deseo del alma, es como si dijéramos: Que el Aleph penetre en el Mem y se infiltre hasta las profundidades del Noun.

Nos cuenta el código hebraico que el Aleph es una fuerza generada por Kether-Padre y contiene la Voluntad Suprema, el Potencial de todo cuanto existe, la capacidad de acción. El Mem representa el mundo material en el que nos movemos, y el Noun es lo particular, lo pequeño de ese mundo, el extremo fraccionamiento de la Vida Divina, la materialización. Si expresamos nuestro anhelo de que la Voluntad del Aleph llegue hasta el Noun, a través de la puerta del Mem, estamos pidiendo que nuestra voluntad suprema establezca su dominio hasta en lo más infinitamente pequeño. Cada vez que pronunciamos la palabra Amén, aunque sea sin tener conciencia de su significado, estamos aproximando a nuestro Padre-ser interno, al pequeño mundo fraccionario que es el nuestro”.

Tendremos así, que cada vez que pronunciamos a conciencia la palabra Amén, estamos pidiendo a nuestras fuerzas internas que nos ayuden a materializar aquello que forma parte de nuestro designio, de nuestra, voluntad, de nuestro destino.

Tengo un amigo en África y cuando le digo que espero que en su país haya paz, o que deseo que sus hijos crezcan con buena salud, etc., el siempre me contesta: Amén, que sería como decir, que así sea.

Te animo pues a que cada vez que realices una petición en tu vida, la termines con la palabra Amén (Aleph-Mem-Noun), y mejor si la pronuncias 3 veces.

Que este artículo te sea propicio. Amén.

Tristán Llop
http://elarboldorado.com/productos/shungit-la-piedra-inteligente/