Recetas para ser maestro

Carlos González, en su libro 23 maestros de corazón, le pregunta a un maestro de escuela: Don José Luis, ¿qué requisitos son necesarios para ser un buen maestro?

- Desde mi punto de vista, veo cinco ingredientes fundamentales en mi receta del maestro integral: ...

1.- En primer lugar, amarse a sí mismo. No se puede ayudar a otro incondicionalmente sin haber conquistado esta necesidad interior. Tenderíamos, sin ser conscientes de ello, a utilizar al otro para que hiciese la conquista por nosotros; el “victimismo” sería una tentación constante, y tarde o temprano, sentiríamos el mordisco de la decepción, al no poder darnos la otra persona lo que le demandamos.

2.- Segundo: Amar a la vida sin reservas. ¿Cómo puedo prepararme para la vida si no la quiero…?. Sentirla como un misterio a desvelar, como una oportunidad para crear, como un camino hacia el corazón del otro, como un espejo de mi propia belleza interior…

3.- Tercero: Amar también sin reservas a la persona que pretendemos enseñar.

4.- Cuarto: Provocarla. Este paso es imprescindible si queremos ser matrona de los potenciales que encierra el educando.

5.- Quinto: Es el ingrediente que permite integrar todo lo anterior, se llama confianza. Esta es la base de la amistad junto con el amor. Un verdadero maestro, es amigo, en su sentido más profundo, de su alumno. Algunos compañeros tienen pavor a emplear esta palabra en el contexto educativo. Para mí, si no se atraviesa este puente, habrá siempre una zanja que impedirá una educación radical, en el sentido bello de la palabra. Este pensamiento camina a la par con la idea de que no se puede enseñar,si a la vez, no se está aprendiendo; lo cual implica ver al educando también como educador, y por lo tanto, como un igual. La amistad puede tomar infinitas expresiones, siempre habrá algunas, que lejos de menoscabar la autoridad del profesor, la reafirme.

¿Verdad que parece sacado de un tratado de crecimiento personal? Empecemos a proyectar que los maestros de nuestros hijos entren en esta onda. De paso, también podemos aplicarnos el cuento como si nosotros fuéramos maestros, de nuestros hijos, de los amigos, de la familia o de nosotros mismos.

Si abrimos mente y corazón, lo demás viene solo.

Tristán Llop En busca del tesoro interior
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