Gracias Carmen, tu valiente alegato me ha ayudado a salir del “armario”. Realmente estamos viviendo tiempos confusos, pero también tiempos de grandes oportunidades, debe ser porque la oscuridad y la luz siempre andan juntas.
Mientras leía tu testimonio “un rayo de luz en la oscuridad”, me puse a llorar (es mentira lo de que los hombres nunca lloran), pero creo que eran lágrimas de liberación. Quizá es que me hicieron ver que mis esfuerzos tal vez sean fructíferos, al fin y al cabo.
Mi pareja lleva tiempo pasando por un periodo de inestabilidad emocional (ella prefiere llamarlo directamente depresión, pero a mí todavía me cuesta pronunciar esta palabra). Sus cambios de humor son habituales, pero lo más triste y desesperante es que ninguno de los manuales que nos venden funciona.
Empiezas por visitar “especialistas”, te ofrecen pastillas, que en nuestro caso nunca han funcionado y consejos bienintencionados, pero huecos…
Luego los amigos y la familia te ofrecen sus recetas, pero desde lejos, porque notas como van alejándose y usan sobre todo el teléfono o el mail, quizá por miedo al contagio, como bien apuntabas.
Entonces sientes que estás sólo con la persona a la que amas y que anda más perdida que un pulpo en un garaje, como tú mismo.
Creo Carmen que al final tienes razón y lo principal que puedo dar es AMOR, pero incluso esto resulta difícil, porque mi pareja me dice que me busque una novia que sea más buena que ella. ¡Inaudito! Tu mujer diciéndote que te eches novia…
Quiero aprovechar estas líneas para decirte varias cosas:
Primero: que somos muchos los que nos solidarizamos contigo, con tu situación y que estamos dispuestos a mandarte AMOR, aunque sea a distancia.
Segundo: que con tu plática del otro día has hecho que un rayo de luz penetre en mi realidad actual, lo cual significa que la luz se transmite.
Y tercero que gracias a gente como tú, la vida va cobrando nuevos valores.
Gracias.
Ah, se me olvidaba, doy las gracias a Tristán por permitirme colaborar con estas líneas en su blog y aprovecho para decirle que me compré la medalla del Shalom y me tranmite paz y sosiego cuando la llevo.
Ricardo