El Heith (letra 8 de la cábala)

La octava letra-fuerza es el Heith. Su símbolo son unas balanzas portadoras de la idea de equilibrio. El Zaín, con su formidable impulso liberador, lo ha desequilibrado todo y ha convertido la vida del ser humano en un descomunal multi-compromiso que ata a las gentes y a las cosas y todo el mundo tira de él hacia su lado, amenazando con despedazarle. Volver a una situación de equilibrio es una necesidad vital y el Heith aparece para cumplir esa función.

El Heith realiza funciones parecidas a las del Daleth, la cuarta letra que asegura la transición entre el ciclo de Fuego y el de Agua. Pero la transición que propiciará el Heith será la del ciclo de Agua al de Aire. Como fuerza terminal de un ciclo, las virtudes del elemento que se va el Agua se encontrarán sublimadas, quintaesenciadas, poetizadas, de modo que en el Heith los sentimientos son pura inspiración...

Por otra parte, las virtudes del ciclo que viene el de Aire aparecen como un presagio, como una intuición. Lo sublime del pasado y la intuición del porvenir son dos ingredientes que elevan al individuo a las alturas del arte. El Heith abre las puertas de todos los artes pero, en particular, del arte de vivir, los errores de su pasado emotivo lo hacen prudente y la intuición de cómo han de ser las cosas en el futuro lo predisponen a concebir las leyes por las que los seres humanos han de regirse.

Las leyes fueron dadas por Jehová a Moisés cuando la humanidad recibió el cuerpo mental, después de haber atravesado el mar Rojo y de haber vagado por el desierto. El cuerpo mental está en afinidad con el elemento Aire, de modo que el Heith representa el punto en el camino en que el individuo recibe el maná del cielo y, con él, la ley, la norma que debía permitirle transitar por el sendero sin despeñarse, llevando puesto al cinturón de seguridad. Del mismo modo que primero fue el órgano y después la función, también primero fue la ley y después el cuerpo mental con el que el ser debía descubrirla.

A nivel de elementos, el Heith representa, pues, la transición entre el Agua y el Aire. En el orden de los fenómenos naturales, el Heith representa la evaporación que el calor del cuerpo mental produce en las aguas amargas de mar-emociones-tempestuosas y encrespadas.

En el ciclo zodiacal, el Heith representa la transición entre Piscis y Libra, primero de los signos de Aire. En el orden sefirótico, el Heith corresponde a Hod-Mercurio, ese centro experto en leyes y en rigor.

En el Tarot, el Heith está representado por la lámina nº 8 que lleva el nombre de la Justicia. En ella vemos una matrona, imagen del segundo He, que lleva en la mano derecha una espada, símbolo del discernimiento, del elemento Aire, y en la mano izquierda unas balanzas en el punto fiel.

Si la Justicia aparece en tu juego, interprétala como un afán no concretado aún de abandonar un mundo de valores sentimentales para entrar en el universo de lo razonable. Significa que algo que ha interesado enormemente dejará de interesar y en el comportamiento primará la búsqueda de lo justo.

En un mundo que se rige sobre el pedestal de los valores sentimentales y egoístas, la aparición de la justicia significará la automarginación de ese mundo y la conducta del individuo puede parecer incomprensible a los que lo observan, ya que, habiendo llegado a la etapa final del ciclo sentimental, es rico en sentimientos y en afectos, es amado y estimado, y aparecerá como una ingratitud el que defraude tantos afectos para iniciar el camino de la razón que consiste, en una primera etapa, en conciliar los intereses propios con los intereses de aquellos con los que nos encontramos enfrentados. Fin del egoísmo, comienzo del altruismo, así puede resumirse el sentido de la Justicia.
Kabaleb
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El Teith (letra 9 de la cábala)

La novena letra-fuerza es el Teith, cuya imagen simbólica representa el lugar de reposo del ser humano, el techo que levanta para protegerse, su coraza y, más particularmente, la mujer primordial, compañera del hombre. El Teith constituye el punto de arranque de un nuevo elemento, el Aire, los deseos quedan definitivamente atrás y el germen del pensamiento es plantado.

Si el Heith representa el maná cayendo del cielo, el Teith representa la fase en que el maná es ingerido, o sea, la ley divina es implantada y, como es lógico, no puede pretenderse que el ser actúe en sintonía con ella, puesto que aún no ha sido asimilada y digerida, pero sí puede tenerse por seguro que en el estadio Teith el ser se aleja definitivamente de las emociones y deseos que habían guiado su vida para sintonizarse con la luz que viene de arriba...

El Teith realiza funciones parecidas al Aleph y al He, pero referidas al cuerpo del pensamiento. Es la semilla del pensamiento plantada en el ser, la semilla que ha de hacer florecer en él esa tierra prometida abundante en leche y miel, o sea, abundante en elementos nutritivos susceptibles de producir el renacimiento del Paraíso. La utilización de la mente le permitirá, en efecto, comprender la obra divina y participar en ella positivamente, como colaborador consciente del Creador, mientras que en los ciclos anteriores, en los de Fuego y Agua, era instrumento inconsciente en el primero y laboraba en la oposición en el segundo.

La mente protegerá al ser contra las acechanzas de sus instintos, como si fuera una coraza, en el primer techo que él levanta para su propia protección, y de ahí el símbolo del Teith.

A nivel de elementos, representa el Aire como fuerza primaria, o sea, el cuerpo del pensamiento en tanto que cuerpo, es decir, sustancia material que permite la elaboración de formas mentales, del mismo modo que la materia física nos permite la elaboración de formas físicas y materiales. En el orden de fenómenos naturales, el Teith representa el viento que transporta los gérmenes del pensamiento y los esparce por nuestra tierra.

En el ciclo zodiacal, el Teith representa Libra, signo cardinal de Aire, signo de la mujer por su oposición con Aries, que es el signo del hombre.

En el orden sefirótico, el Teith corresponde a Yesod-Luna y de ese centro de vida recoge la fuerza cristalizante que asegura la interiorización del maná en el ser humano. En Libra tiene lugar la unión de los contrarios, de lo masculino y de lo femenino, es el «lejano Oeste» zodiacal, punto en que la luz del Este se coagula en objetos concretos. El Teith incorpora en él este aspecto de Libra y Yesod-Luna potencia la imagen interior de la unión de opuestos.

En el Tarot, el Teith está representado por la lámina nº 9 que lleva el nombre de: el Ermitaño. En ella vemos la imagen de un anciano envuelto en una capa, en la que oculta un farolillo con el que alumbra su camino. Es la luz de la razón que empieza a brillar al final de un ciclo de experiencias, ya que en el ciclo de 10 elementos, el 9 es el más viejo, produciéndose tras él el retorno a la unidad.

Si el Ermitaño aparece en tu juego, interprétalo como una necesidad de conciliar lo positivo con lo negativo, la fuerza masculina y la femenina, lo individual con lo colectivo, lo consciente con lo inconsciente, buscando en todo el justo término medio, la solución buena para todos. Si en la letra anterior el ser aún dudaba sobre la actitud a tomar, aquí se orienta definitivamente hacia el descubrimiento de la ley cósmica y hacia la sincronización de su comportamiento con ella.
Kabaleb
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El Yod (letra 10 de la cábala)

La décima letra-fuerza es el Yod. En la tabla alfabética vemos cómo el Yod encabeza la segunda fila de letras, situándose debajo del Aleph. Con el Yod se produce un retorno a la unidad, pudiendo decirse que el Yod es un Aleph interiorizado, o sea, el manantial de vida que en el Aleph es la simiente de todas las cosas, en el Yod es una fuerza que actúa desde nuestro interior y que, por lo tanto, nos da la posibilidad de crear todas las cosas.

Diremos así que el Yod es un Aleph en fase He, es decir, el poder divino plantado en nuestra tierra humana que es el cuerpo físico, estableciendo así en nosotros la base racional para la comprensión de la obra divina, puesto que nada puede comprenderse si no se lleva dentro la clave que ha de permitir esa comprensión. (Por ejemplo, si hemos aprendido francés, poniéndonoslo «dentro» de nosotros, entenderemos el francés que se nos habla desde el exterior)...

Si el Teith representaba el punto en el camino en que el individuo ingiere el maná divino, el Yod representará el momento de la asimilación de ese maná, o sea, la incorporación del pensamiento divino en nuestro organismo físico. A nivel de elementos, el Yod es el aire en su fase de creación y transformación interna. A nivel de fenómenos naturales, el Yod representa la fase en que las del pensamiento, transportadas por el aire, son aspiradas por los pulmones e incorporadas al organismo físico.

En el ciclo zodiacal el Yod representa el signo de Acuario y de ese signo hereda el poder creador que permite construir en la tierra los modelos edificados en el cielo. En el orden sefirótico, el Yod corresponde a Malkuth, pero siendo este Séfira un Kether potencial, el Yod representará al mismo tiempo a Kether en un nuevo ciclo, el de las creaciones internas, de modo que después de haber elaborado el escenario cósmico a través de las diversificaciones primarias de la energía del Aleph, Kether iniciará con el Yod la fase en que su creación elabora a su vez interiormente otra creación a imagen y semejanza de la primera.

En el Tarot, el Yod está representado por la lámina nº 10, que lleva el nombre de la Rueda de la Fortuna. En ella vemos la imagen de un monarca de faz simiesca, coronado en la cúspide de la Rueda, que es precipitado hacia abajo, al tiempo que eleva a otro personaje que se encontraba en el cuadrante de ascenso de la Rueda.

Esta lámina ilustra perfectamente los efectos del Yod sobre la vida del individuo, ya que el pensamiento divino, el cuerpo mental, al interiorizarse, desplaza los valores por los que se había regido hasta entonces el individuo. Hasta entonces, los deseos habían reinado en nosotros como monarcas absolutos, dictando sus leyes en nuestra conducta. Al aparecer el Yod, el rey de los deseos se precipita hacia abajo y la ley del pensamiento ocupa la cima de nuestra vida.

Si la Rueda de la Fortuna aparece en el juego, interprétese como una toma de conciencia de los poderes creadores del individuo: capacidad de inventar, de descubrir, de ordenar las cosas de una manera adecuada. Liderazgo, victoria de la razón, triunfo final sobre las pasiones. Triunfo de lo que debe ser según el criterio más elevado, elaboración de un mundo nuevo sobre una base racional, descubrimiento de la espiritualidad, descubrimiento del orden interno que le permitirá descubrir a su vez el orden cósmico externo, revelación de nuevas facultades en el interior del ser que han de llevarlo a un cambio radical de vida. Renovación, nuevo amanecer, regeneración, nueva oportunidad, nuevo ciclo: tales son los enunciados inherentes a esta carta.
Kabaleb
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El Khaf (letra 11 de la cábala)

La undécima letra-fuerza es el Khaf. Si el Yod representa la interiorización del pensamiento divino en el hombre, el Khaf corresponderá a la etapa de exteriorización de ese pensamiento. Sus funciones serán análogas a las del Ghimel y del Zaín en sus respectivos elementos, o sea, realiza funciones Vav, y en la tabla alfabética vemos que el Khaf se sitúa justo debajo del Beith.

Dijimos al hablar del Beith que constituía la primera interiorización de la esencia divina; el Khaf será, en este nuevo ciclo, la puerta natural de salida de esta esencia...

Es decir: el Beith realiza funciones He y el Khaf, situado debajo, es el Vav de este He. Esto hace que las energías primordiales encerradas en el Beith sólo puedan ser evacuadas conscientemente por el ser a través del Khaf, puesto que en la exteriorización que se produce en el Ghimel, letra que sigue al Beith, el ser es instrumento inconsciente, simple herramienta en manos de la divinidad.

El Khaf representa, pues, la tercera, fase del aire, la de exteriorización de los contenidos de la mente. En el ciclo zodiacal, el Khaf representa a Géminis y recibe de él su fuerza diseminadora.

En el orden sefirótico, el Khaf corresponde a Hochmah en el segundo ciclo, el de creaciones, regido precisamente por Hochmah, de igual modo que el primer ciclo de nueve letras está regido por Kether. Esa doble presencia de Hochmah en el Khaf hace que el amor divino se exprese en esta letra con mucha fuerza, acompañando la exteriorización del pensamiento por parte del ser humano de ese amor que magnifica todas las cosas y que les da sentido y trascendencia.

En el Tarot, el Khaf está representado por la lámina nº 11, en la que aparece una señora abriendo sin el menor esfuerzo las fauces de un león sentado mansamente a sus pies. La lámina lleva el nombre de la Fuerza. Muchos estudiosos del Tarot, al ver aparecer un león en la carta, le atribuyen una correspondencia con el signo de Leo.

En realidad, tal como lo acabamos de explicar, el Khaf es la puerta de salida de las energías encerradas en Leo-Beith, y en esta carta, la fuerza moral y la fuerza mental se juntan para transformar el mundo.

Si la Fuerza aparece en tu juego, interprétala como la imperiosa necesidad que siente el individuo de lanzar a la sociedad sus criterios. En la etapa anterior, representada por la Rueda de la Fortuna, ha ido acumulando razones en su interior hasta llenar su receptáculo y ahora debe vaciar sus reservas mentales. Para evacuar esa necesidad, el individuo se meterá con todo, tanto si lo conoce como si no. En todo caso, su conocimiento será teórico, ya que la experiencia material de las cosas está aún por conquistarse.

Significa, pues: intromisión intelectual en los asuntos humanos, sociales, políticos. La necesidad de expresarse hará que el individuo se manifieste ahí donde la necesidad pueda ser ejercida. Si esa posibilidad se la ofrece la derecha, será de derechas; si se la ofrece la izquierda, será de izquierdas. Pero desde una u otra vertiente, el individuo expresará su verdad interior. Ello le creará muchos compromisos, le hará meterse en negocios, en asociaciones, partidos, comités, asambleas, manifestaciones. Será el ser disponible para todo y, como la disposición interior provoca la aparición de la circunstancia que permite satisfacerla, esta carta significará que a la persona le saldrán oportunidades, que inicia un período de infinitas posibilidades y aunque el objetivo declarado sea ganar dinero, forjarse un nombre, conquistar una posición, la verdad más profunda será que el individuo necesita decir lo que piensa, necesita maniobrar y manipular, sobre todo mentalmente. Siendo esto lo importante, puede entrar en negocios ruinosos o en partidos que parecen concebidos expresamente para la derrota, o sea, que la carta no significa una garantía de éxito en las empresas, sino simplemente de múltiple participación.
Kabaleb
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El Lamed (letra 12 de la cábala)

La duodécima letra-fuerza es el Lamed. En el estadio Khaf hemos visto cómo se exterioriza el pensamiento con el objetivo de cambiar el orden de las cosas. Pero al final de esa experiencia el ser se dará cuenta de que no es dando consejos a los demás que conseguirá cambiar lo que pretende cambiar, sino que será preciso poner las manos en la masa y materializar sus ideas con su propio esfuerzo.

El Lamed representa esa etapa de transición entre la teoría y la práctica. Sus funciones son parecidas a las del Daleth (4) y el Heith (8), pero referidas a la transición entre el ciclo de Aire que termina y el ciclo de Tierra que empieza...

En la tabla de letras vemos que el Lamed se sitúa debajo del Ghimel, primera letra que realiza funciones Vav, propias de Binah. El Lamed se encontrará igualmente bajo la jurisdicción de Binah en este nuevo ciclo de creaciones y será el segundo He del Ghimel, o sea, el resultado práctico de la acción divina expresada a través del Ghimel.

Este resultado práctico ha de impulsar al ser a realizar una obra concreta en la tierra, como Dios la realiza en el cielo. En el ciclo zodiacal, el Lamed corresponde a la transición entre Géminis y Capricornio, primer signo cardinal de Tierra.

En el Tarot, el Lamed está representado por la lámina nº 12, que lleva el nombre de: el Colgado. En ella aparece un hombre colgado por el pie de la rama de un árbol, boca abajo, con la cabeza tocando la tierra. Los comentaristas del Tarot han visto a menudo en esta carta la idea de sacrificio, de castigo por secretos revelados. Pero lo que quiere expresar es mucho más sencillo: el hombre proyecta su talento (cabeza) hacia la tierra para cosechar experiencias de orden práctico: se distancia de las leyes del cielo para conocer las leyes de la Tierra, sacrifica su saber teórico para conquistar el saber real.

Si esta carta aparece en tu juego, interprétala como el comienzo de un ciclo de experiencias materiales. Dice el refrán que todos los comienzos son difíciles y por esto mismo esta carta será anunciadora de dificultades. No puede ser de otra forma, ya que el ser se orienta hacia un dominio que no conoce y que él cree conocer a la perfección, ya que posee, como hemos visto en la lámina anterior, un conocimiento teórico.

El Colgado describe, pues, la situación del ser que está tan seguro de sí mismo, ve tan claro lo que debe hacer, que no duda en poner todo su capital y su prestigio en una empresa material, que ha de darle forzosamente un mal resultado, puesto que en realidad no conoce de una manera práctica aquello que él cree conocer.

Significa, pues, el comienzo de la creación humana en el dominio de lo concreto y el individuo vivirá la aventura de Binah al crear nuestro universo material: tendrá que reducir su intención primera, sacrificar muchas de sus ideas y cargar con el karma de sus errores, ya que siendo un ser con grandes recursos intelectuales convencerá fácilmente a los demás para que pongan en la empresa un capital que acabarán perdiendo.

Ese estadio no supone aún la experiencia a fondo de lo material, sino su aproximación a lo práctico, con un pie en el aire, en el dominio de las ideas.
Kabaleb
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El Mem (letra 13 de la cábala)

La decimotercera letra-fuerza es el Mem. En el estadio anterior hemos visto que se produce la transición entre las ideas y las realidades prácticas. El Mem representa ese estado de las energías cósmicas en que los elementos materiales se ofrecen al individuo para que estructure con ellos su obra.

Como el Aleph (1), el He (5), el Teith (9) (las que corresponden a los signos cardinales, Aries, Cáncer y Libra), el Mem es portador de semilla, pero aquí se trata de semilla material para la edificación de formas físicas y formas sociales, es decir, instituciones que han de dar cobijo a la vida social del individuo, de igual modo que las formas físicas dan cobijo material...

En el ciclo zodiacal, el Mem corresponde a Capricornio, y de ese signo, regido por Binah, recoge los materiales físicos que le permitirán construir el universo material.

En el ciclo sefirótico, el Mem corresponde a Hesed en su segundo ciclo de manifestación, y de él toma ese carácter de «aguas maternales en las que toda existencia tiene su origen», de las que hablan los cabalistas refiriéndose al Mem. Hemos visto que el Daleth (4) es el segundo He primordial, representado en el mundo sefirótico por Hesed-Júpiter, el cual, en ese mismo mundo sefirótico es también el Yod de un nuevo ciclo.

El Mem representará más particularmente ese aspecto Yod de Hesed, es decir, representará la facultad de crear una nueva realidad que llevará en sí, a título de potencialidad, la lujuriante abundancia de Hesed-Paraíso. Así pues, se reunirán en el Mem, el poder creador (voluntad) procedente de Kether, por ser una letra Yod, iniciadora de un ciclo, la capacidad fecundadora de Hesed y la facultad de reducir, concentrar y dar cohesión, procedentes de Binah a través de Capricornio.

En el Tarot, el Mem está representado por la lámina nº 13, que lleva el nombre de la Muerte aunque, curiosamente, en los Tarots antiguos esta lámina no lleva nombre. Por todo lo que hemos dicho sobre el Mem, es difícil conciliar la idea de muerte con la plenitud de flujos sefiróticos que se derraman sobre ella. Pero sí debemos sacar una primera interpretación, y es que en el Mem, Kether, Binah y Hesed están al servicio de lo material, y si ya dijimos al hablar del Lamed (12) que en esa estancia el ser se distancia de las leyes del cielo para conocer las de la tierra, en el Mem sucederá que el ser ha olvidado totalmente su estirpe espiritual para vivir plenamente la materialidad.

Si muerte hay en el Mem es una muerte provisional de la espiritualidad, hasta que la redescubra hurgando en las cosas de la tierra.

En la lámina nº 13 vemos un esqueleto armado de una guadaña, arrancando de la tierra cabezas, brazos, piernas, o sea, los elementos básicos para la construcción del hombre. Ese esqueleto no es una imagen de la muerte, sino una representación sublime de lo primordial. El esqueleto es lo primero que se forma en el ser humano y lo último que desaparece. Todas las fuerzas del universo han trabajado en la elaboración de ese esqueleto, alrededor del cual se estructura la vida.

Es decir, que ese esqueleto recogiendo elementos para formar su ser físico nos anuncia que una nueva realidad está empezando para nosotros y nos llama para construir nuestro propio ser físico y todas las moradas que han de permitirle llevar una vida organizada.

Si la lámina nº 13 aparece en tu juego, interprétala en el sentido de que abordas un período de realizaciones materiales: dispones de los medios necesarios para organizar la existencia física y estructurarla; llevas en ti el germen de todas las edificaciones sociales y, como tal, puedes ser el arquitecto, el ingeniero, el legislador, el creador de los marcos legales en que se desarrollan las actividades humanas. Significa que dispondrás de los medios materiales necesarios para la obra pero, por moverte en el mundo de la materia, trabajarás con poca luz y todo cuanto hagas llevará el sello de lo perecedero.

Anuncia, pues: poder de realización, dirección de empresas, encumbramiento en la jerarquía social, pero todo ello con carácter precario y transitorio, como transitorio es nuestro peregrinaje por la materia. Significará igualmente desconexión con la espiritualidad, etapa de ateísmo, de negación de lo divino, de búsqueda de una verdad a nivel funcional: triunfo de los objetivos materiales sobre los espirituales.
Kabaleb
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El Noun (letra 14 de la cábala)

La decimocuarta letra-fuerza es el Noun. Si el Mem representa la semilla de las construcciones materiales, el Noun representará el período en que estas semillas germinan en la tierra, dando lugar a la implantación y fortalecimiento de lo material.

Si en el Mem el ser disponía de los materiales para edificar todas las moradas, en el Noun las edificaciones ya habrán sido realizadas y el ser habrá elegido su propio recinto, viviendo en él su plena individualidad. Ahora se encuentra totalmente separado de la vida cósmica, a la máxima distancia posible de la unidad divina...

El Noun representa la mitad del camino; representa el punto máximo en que el individuo puede separarse del Aleph primordial, ya que a partir de ese punto se producirá el retorno hacia la unidad.

En el ciclo zodiacal, el Noun corresponde al signo de Tauro, del que recoge el privilegio de la plenitud física, de la belleza material, heredando de Tauro el deseo de que las cosas permanezcan tal como son, eternamente con su inalterable belleza, el bienestar que aportan, la dicha que producen al contemplarlas.

En el ciclo sefirótico, el Noun corresponde a Gueburah, del cual hereda la energía reproductora que aporta la fertilidad. En Gueburah coinciden las fuerzas que separan, (ese Séfira fue quien separó al hombre del Paraíso terrenal), y las fuerzas que unen, mediante la purificación. En el Noun actúan las que separan, creadoras de la individualidad.

En la tabla de letras hebraicas, vemos que el Noun se sitúa por debajo del He, letra que representa el amor universal, significando que ese amor se ha interiorizado en lo particular, en lo fraccionario, en lo individual y perecedero. Lo que en el He era amor de todo lo creado, en el Noun es amor de las propias posesiones; amor por lo que uno mismo ha generado, trabajado e instituido; amor por la propiedad privada, por su propio espacio físico (la persona), por el recinto en que se vive.

El Noun es un He, como el Beith, como el Vav, como el Yod, en su dependencia zodiacal, pero en ninguno de esos He se produce con tanta fuerza el deseo de no ir más allá, de permanecer en ese esplendoroso y apacible espacio material en el que todas las virtudes espirituales parecen confabularse para hacer que la estancia en el Noun sea como vivir el ciclo en la Tierra.

En el Tarot, el Noun está representado por la lámina nº 14, que lleva el nombre de la Templanza. En ella vemos a un ser alado con dos jarros, uno a nivel inferior en su mano derecha, que recoge los fluidos de otro que se derrama a nivel superior, empuñado por la mano izquierda, indicando así que la esencia espiritual pasa enteramente a los objetos materiales, a los que potencia y da una realidad fantástica.

Si la Templanza aparece en tu juego, interprétalo en el sentido de que un período de goces sin precedentes llega para ti. Cualquiera que sea tu situación en la vida, las cosas mejorarán rápidamente para ti y el objeto de tu consulta se realizará positivamente, «es cosa hecha», podríamos decir: o sea, triunfo rotundo de una empresa material, pero siendo éste el punto de máximo esplendor material, la carta indica también que algo ha llegado a la culminación de su desarrollo, de modo que después de esa fase ha de venir su declive.

Esa riqueza, ese bienestar, ese éxito no será jamás algo que sobreviene al individuo, del mismo modo que hubiera podido venirle todo lo contrario, sino que anuncia la llegada de una fase cíclica en la que sólo podía producirse ese estado de abundancia, dado que el individuo ha pasado ya por las tres fases anteriores (Fuego, Agua y Aire) y cosechado las experiencias inherentes a ellas. Cuando el Noun aparece en nuestras vidas, anuncia el reposo tras una dura jornada de labor.
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El Samekh (letra 15 de la cábala)

La decimoquinta letra-fuerza es el Samekh. Representa el final del ciclo de los elementos (Fuego-Agua-Aire-Tierra). La plenitud del Noun debe terminar porque el objetivo de la vida no es conseguir una felicidad material para el ser humano, sino acumular experiencias que lo hagan perfecto.

La luz, que en el Noun se encontraba profundamente enterrada en la materia, se exterioriza en el Samekh y fecunda la imaginación. Cuando la fase Samekh se encuentra activa, las piedras y toda la naturaleza despiden destellos y el ser dice que allí yace oculto un principio que ha de permitirle comprender la unidad de todas las cosas...

Empieza así a analizarlo todo, a dudar de todo cuanto había creído hasta entonces, a someterlo todo al ojo escrutador del microscopio. La materia le sirve para desentrañar una verdad que está más allá de sí misma.

En el ciclo zodiacal, el Samekh corresponde al signo de Virgo y de él hereda sus virtudes escrutadoras y la capacidad de análisis intelectual, así como el afán de superación de una realidad material que ya no satisface, como ocurría bajo la égida del Noun. En el ciclo sefirótico, el Samekh corresponde a Tiphereth y de él hereda la luz que ha de permitirle desentrañar el misterio de la naturaleza, así como la voluntad que le permitirá perseverar.

En la tabla de letras hebraicas vemos como el Samekh se sitúa por debajo del Vav. Vimos al estudiarlo que éste era el creador del deseo. Aquí, la fuerza del Vav se positiviza y recrea en la imaginación. El Vav es la vía de comunicación entre la luz y las tinieblas; el Samekh es la vía de encuentro entre los conocimientos científicos y los conocimientos espirituales. En el Samekh el sabio de laboratorio y el iniciado a los sublimes misterios del cosmos se dan la mano.

En el Tarot, el Samekh está representado por la lámina nº 15, que lleva el nombre de: el Diablo. En ella vemos a un diablo que se yergue sobre una piedra cónica, con dos figuras humanas desnudas atadas a esa piedra con una cuerda anudada alrededor de sus cuellos. Es una imagen del ser encadenado a las realidades materiales y a las fuerzas superiores. La piedra cónica sobre la que reposa el diablo está hueca, sugiriendo que la realidad espiritual, en una forma aún no sublimada, ha surgido del interior de la realidad material a la que las dos figuras humanas están encadenadas.

Si el Diablo aparece en tu juego, es señal de que una fuerza nueva está penetrando en tu vida impulsándote al abandono de los valores materiales por el conocimiento intelectual o por el prestigio que da el estar en posesión de un conocimiento. Anuncia un período de descubrimientos científicos, filosóficos o, simplemente, humanos: descubrimiento de secretos, de misterios, que han de cambiar profundamente la trayectoria de la vida. Entre esos misterios pueden figurar los llamados sobrenaturales: voces, visiones fenómenos extraños que inducen a reconsiderar todo el universo.

El ser se encuentra en una etapa de su vida en que ha de dejar de adorar los valores materiales que hasta entonces había adorado, y para que esto pueda ocurrir, es necesario que a nivel anecdótico se produzcan toda una serie de acontecimientos extraños que justifiquen a sus propios ojos este abandono. Por otra parte, el encadenamiento a lo material y a, lo espiritual, sugerido por la lámina, indica claramente que la persona se encuentra atada a ciertos compromisos materiales y a los efectos espirituales que hayan podido ocasionar. Ello significa que deberá liquidar esos compromisos antes de poder acceder a la etapa siguiente, de modo que el Diablo anuncia la llegada de toda una serie de efectos kármicos que el individuo debe disponerse a liquidar.
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