Ya estamos de vuelta, salvo algunos privilegiados, la mayoría hemos terminado nuestras vacaciones. Para mí éste ha sido un verano interesante porque he estado trabajando mis limitaciones y es curioso darse cuenta de la cantidad de frenos que ponemos a las cosas...
Realizamos muchas peticiones al universo, quiero prosperidad, amor, felicidad, salud, equilibrio, crecimiento espiritual, regalos cósmicos. Pero es preciso eliminar las barreras que hemos interpuesto en el pasado para alcanzar nuestras metas. De lo contrario estamos pisando el acelerador al tiempo que el freno y nuestro vehículo se mueve a trompicones.
Por ejemplo, si en algún momento he asociado mi salud a seguir un buen régimen alimentario, en cuanto me pongo a comer “mal”, estoy determinando que tiene que presentarse la enfermedad. Pido que me toque la lotería (después de haber comprado el décimo) pero en mi familia existe un antecedente de alguien que tuvo problemas cuando le tocó. Si estoy ligado a ese patrón, imposible que me toque. Quiero solicitar un crédito, pero dudo mucho que se lo concedan a alguien con tan pocas garantías como yo…
En la revista Mía Horóscopo (en la que yo colaboro) viene un artículo sobre el Secreto (un best seller americano que proclama que todo es posible con una buena proyección), que me ha hecho pensar que debemos eliminar bien las barreras que se interponen entre nosotros y nuestros objetivos. La pregunta cósmica es: ¿y eso cómo se hace?
Yo propongo que probéis un método sencillo (a mí me funciona). Primer paso: se trata de pensar profundamente sobre las barreras que nos hemos interpuesto en relación a lo que queremos conseguir. 2º paso: pedir al universo que nos diga qué barreras ponemos. Durante 3 días deberemos estar muy atentos a las respuestas (a lo que nos suceda, a lo que vivamos, a lo que nos digan los demás), porque nos llegarán pistas. Tercer paso: repetir la siguiente fórmula: pido perdón por todo el daño que pueda haber causado, consciente o inconscientemente, en esta vida o en vidas pasadas; del mismo modo que perdono a todos aquellos que me hayan dañado, consciente o inconscientemente, en esta vida o en vidas pasadas. Pido retirar conscientemente las barreras interpuestas con anterioridad.
Como apunte final os diré que quedan totalmente prohibidos los sentimientos de culpabilidad.
Deseo que os resulte útil y espero vuestros dulces comentarios.
Tristán Llop, la búsqueda del tesoro interior