La retrospección, un ejercicio de elevación espiritual

Los ejercicios de elevación espiritual suelen tener muchos adeptos, porque todos queremos llegar lo más alto posible y en el menor tiempo. Pero en la mayoría de los casos nos venden milongas, o bien porque el trabajo en cuestión es demasiado difícil, lo cual genera frustración; porque resulta demasiado caro, porque está reservado a unos pocos iniciados o porque sus resultados son nulos.
La elevación espiritual forma parte de un proceso evolutivo continuado y así es como debemos enfocarla y uno de los ejercicios que más ayudan a conseguirlo es el de la retrospección. Su realización diaria nos ayudará a abrir canales que antes permanecían cerrados, pero su apertura será gradual, para evitar problemas.
La retrospección sirve para conectar la mente con las emociones, el conciente con el subconsciente. Su realización continuada nos ayudará a desprendernos de nudos emocionales y a superar estados de tensión. Además, es una potente herramienta para la evolución, ya que nos facilita la comprensión de situaciones vividas en las que generalmente solemos atascarnos. También resulta muy útil para activar la memoria.

Las 3 fases de la retrospección

Cuando nos acostamos y antes de quedarnos dormidos, debemos empezar a recordar todo lo que hemos hecho durante el día, pero en orden inverso, desde lo último (acostarnos), hasta lo primero (levantarnos). Para facilitar el ejercicio lo realizaremos en tres fases:

1ª fase: procuramos recordar cada acontecimiento con el máximo detalle, pero de forma simple, sin entrar en análisis de lo vivido. Es fácil que en esta fase, al principio, nos quedemos dormidos al tercer recuerdo. Para evitarlo podemos incorporarnos en la cama y realizar el ejercicio sentados, por lo menos hasta que controlemos el sueño.

2ª fase: esta fase la iniciaremos cuando ya tengamos un mínimo dominio del ejercicio. Se tratará de recordar cada acontecimiento, pero trataremos de sentir lo que hemos sentido y, sobre todo, de ponernos en el lugar del otro y sentir lo que hemos hecho sentir a los demás. Para conseguirlo podremos buscar situaciones similares en nuestra propia vida. Por ejemplo, hemos hecho un comentario jocoso que ha ofendido a nuestro interlocutor. Para ponernos en su lugar deberemos recordar una situación en la que alguien nos dejó en ridículo y así podremos hacernos a la idea de lo que la persona sintió.

3ª fase: Además de recordar y sentir, trataremos de analizar cada uno de los comportamientos (sólo los que resulten relevantes), para llegar a comprender por qué hemos actuado de esa manera o por qué lo han hecho los demás.

Si nos aplicamos en este ejercicio, el resultado será que poco a poco aprenderemos a controlar mejor nuestras emociones y al mismo tiempo estaremos eliminando día a día nuestro karma.

Os invito a realizar el ejercicio de la retrospección y a compartir con nosotros vuestras experiencias, plasmando vuestros comentarios en el blog. Gracias por ayudarnos a mejorar.

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