El Daleth (letra 4 de la cábala)

La cuarta letra-fuerza es el Daleth y representa el resultado tangible de la acción de las tres fuerzas anteriores. La vida se ha modificado tras la acción del Ghimel, y el Daleth refleja el resultado de esa modificación. Cuando nuestra situación en el mundo cambia, cambian igualmente nuestras perspectivas de acción futura, de modo que el Daleth, reflejo de esta situación, es al mismo tiempo un resultado y un portador de gérmenes nuevos, al igual que la fruta, que constituye el producto elaborado terminal de un ciclo, pero que al mismo tiempo contiene la semilla portadora de futuros frutos. El Séfira que representa al Daleth es Hesed, el Centro de la abundancia paradisíaca...

En ese estadio, el ser humano toma conciencia de su obra y de sus poderes, al ver ante sí el fruto tangible de su anterior actuación inconsciente. Hesed-Daleth representan, pues, el inicio de un nuevo ciclo, el segundo, y, por lo tanto, en esta letra, igual que en el Séfira, se encuentran interiorizadas las virtudes ígneas de Kether, por ser la primera letra de un nuevo ciclo, y las virtudes acuosas de Hochmah, por formar parte del segundo ciclo. Agua y Fuego combinados dan esa abundancia y plenitud que el Daleth representa.

A nivel de elementos, el Daleth representa el punto de transición entre el Fuego y el Agua, entre el ciclo que termina y el nuevo ciclo que empieza. En el orden de los fenómenos naturales el Daleth sería el agua del cielo, las aguas dulces de las que tanto hablan los cabalistas, las nubes antes de precipitarse bajo la acción de la letra siguiente.

En el ciclo zodiacal, el Daleth corresponde a la transición de Sagitario a Cáncer, primer signo del ciclo de Agua. En el orden planetario, el Daleth corresponde a Júpiter, tercero de los planetas emanados de la nebulosa central.

En el Tarot, el Daleth aparece bajo la imagen del Emperador, sentado, es decir, en posición estable, indicando un poder que emana de la voluntad, atributo masculino. Si el Emperador aparece en tu juego, significa final exitoso de una primera etapa, toma de conciencia de unos poderes, de una fuerza moral con la que abordar la etapa siguiente. Si en la etapa anterior, la del Ghimel, Dios utilizaba al ser humano como instrumento, en el Daleth, Dios y el ser, mano a mano, colaboran en la realización de la obra, y se trata de un ser inocente, primigenio, no sometido aún a la ley del karma. ¡Qué no pondrá ese ser uniendo su voluntad a la voluntad de arriba! De ahí que el Emperador sea considerada como una carta de suerte, portadora de fecundidad futura.

Con el Emperador queda cubierta la etapa de los propósitos, correspondiente al mundo cabalístico de las emanaciones. Diremos, pues, que las cuatro primeras letras: Aleph-Beith-Ghimel-Daleth corresponden al estadio del Fuego, lo mismo que las cuatro primeras láminas del Tarot que las simbolizan: el Mago, la Sacerdotisa, la Emperatriz y el Emperador.

La aparición en el juego de Aleph-Mago significará que la voluntad divina (nuestro Ego) se manifiesta con rigor para crear o destruir una situación. Con el Beith-Sacerdotisa diremos que la providencia divina se manifiesta para perfeccionar y llevar a su madurez algo que está corriendo en el interior. Con el Ghimel-Emperatriz diremos que la inteligencia divina se proyecta, se manifiesta en un punto determinado para modificar lo allí existente. Con Daleth-Emperador diremos que el proceso de elaboración de la idea ha tocado a su fin, dando lugar a un resultado: la firme determinación de instituir, en el mundo de los sentimientos, aquello que nuestro Ego ha elaborado. Con el Daleth-Emperador la personalidad mortal empieza a colaborar en las tareas espirituales.

Cada una de esas cuatro letras corresponde al nombre divino: Yod, He, Vav, He, es decir, corresponde a todo un ciclo de creaciones, y si cada fuerza, por separado, corresponde a la manifestación de un Séfira, en su conjunto expresan las potencialidades de Kether y su atributo: la voluntad, y podríamos llamar a esos cuatro tiempos: 1º: voluntad de voluntades; 2º: voluntad de amor; 3º: voluntad de sacrificio o voluntad de limitación a un dominio determinado; 4º: voluntad de multiplicación y abundancia, de resurgimiento.
Kabaleb
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