¡Bendita locura! El síndrome del camino

Los psiquiatras han descubierto que estamos locos. ¡Qué alivio! ¿Os imagináis que sería si nos creyeran cuerdos? Vamos por buen Camino…

Hace unos meses leí un reportaje en un periódico, sobre el Camino de Santiago, cuyo título era: “El jubileo nos vuelve locos”. Como subtítulo, podía leerse: “Los psiquiatras descubren el “Síndrome del Camino”, un trastorno agudo en el comportamiento del caminante”...

Un poco perpleja, pero con verdadero interés, me afané en la lectura del reportaje para comprobar en qué consistía ese “Síndrome del Camino”. También quise comprobar si yo misma padecía del “trastorno agudo” de personalidad que decían los psiquiatras, por si la ruta de las estrellas me hubiera vuelto loca, sin que siquiera me hubiera dado cuenta.

El reportaje recogía un estudio llevado a cabo por el Servicio de Psiquiatría y de Atención al Paciente de un hospital de Burgos (una de las ciudades por las que discurre la ruta jacobea) en el que se reflejaba que “cientos de peregrinos” desarrollaban, mientras hacían el Camino de Santiago, un comportamiento “anómalo, peculiar y muy extraño”.

Cada vez más intrigada, continué leyendo para saber en qué consistía exactamente ese comportamiento “extraño” de los peregrinos. Según el estudio aludido, éstos tenían “brotes psicóticos comunes”, es decir: “alucinaciones, delirios y paranoias”.

Después de alucinar un buen rato con lo que estaba leyendo (tanto como si estuviera haciendo el Camino) me enteré de que el perfil del peregrino afectado era un hombre de mediana edad, 40 años (con lo que respiré un poco al ser mujer y haber sobrepasado la edad “peligrosa” en más de una década) que presentaba una transformación aguda de su personalidad.

La “buena noticia”, según se recogía en el reportaje, es que ninguno de los pacientes con este cuadro clínico, necesitó un ingreso prolongado en el hospital –la estancia media fue de diez días- y que la mayoría decidió poner fin a la peregrinación… Aunque algunos obstinados se empeñaron en seguir hasta el final del Camino, haciendo caso omiso a su supuesta “locura”.

Cada vez más “alucinada”, me interesé por cuáles eran los desencadenantes para que el caminante experimentara lo que el reportaje definía como una “metamorfosis mental y espiritual”.

Según referían a los psiquiatras los propios peregrinos, que sufrían una “misteriosa transformación”, estos desencadenantes del cambio eran:
“Misticismo, fatiga, llagas en los pies, insomnio, el tiempo pausado del caminar y el encuentro con la belleza y el arte” que salpica la ruta jacobea.


Para terminar el reportaje, un psiquiatra puso el ejemplo de una doctora que iba haciendo el Camino de Santiago, acompañada de sus colegas, y éstos la ingresaron en Burgos porque “empezó a desvariar” y “no era ella”. Ya recuperada, esta médico indicó que “pese a ser atea, había descubierto el Camino”.

“¡Bien por la doctora!”, grité yo al terminar de leer el insólito reportaje, llevada sin duda por esa locura que se debe haber adueñado de mí, después de recorrer desde hace años, de forma recalcitrante, la ruta de las estrellas.

La pregunta que me hice a continuación fue la siguiente: ¿Recorrer el Camino de Santiago nos vuelve locos? Sin duda, pero ¡bendita locura!, diría yo. Y me atrevo a añadir que “La sabiduría divina es locura para los hombres”. 1 Corintios 1,25.

Sí, recorrer a pie el Camino de Santiago puede suponer una metamorfosis interior, que a los ojos de los demás sea considerada como locura. El mundo que vivimos es una creación de nuestra mente, refleja la idea que tenemos de él. Si esa idea cambia, también se transforma nuestro mundo.

Cuando vamos “haciendo Camino al andar”, por la ruta de las estrellas, nuestra mente se va transformando. Las cosas que nos parecían importantes, van perdiendo valor, experimentamos una comunión con la naturaleza, sentimos que formamos parte de ella. Todo lo relativizamos.
La fatiga y el cansancio nos obligan a rendir nuestras barreras mentales. Empezamos a vivir y a disfrutar exclusivamente el momento. Nuestros conceptos de espacio y de tiempo se modifican, se expanden, nuestros sentidos se agudizan y somos capaces de vislumbrar “cosas” y “seres”, que nuestra mente racional nunca nos permitiría ver en otras circunstancias, aunque estén delante de nuestras narices.

Es normal que los psiquiatras hablen de “alucinaciones” o de “misticismo”, pues se percibe la grandeza del Creador y la conexión divina, en el interior, y en todo lo que te rodea, a través de cada paso que se va dando por la ruta jacobea.

Sí, está claro que el Camino nos vuelve locos, pero es una locura que difícilmente podrán curar los psiquiatras. Es esa locura que nos lleva a alejarnos del mundo de “cordura” que hemos vivido con anterioridad, y nos empuja a descubrir quiénes somos en realidad y qué camino hemos de tomar para regresar a nuestra esencia divina. Insisto: ¡bendita locura!

El camino de Santiago /Rosa Villada
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La buena noticia


Tiempo atrás le di a un amigo una idea para un programa de radio. Sería estupendo, le dije, que empezáramos el día con una buena noticia, porque eso ayudaría a que nuestra jornada fuera mejor.

Pues he decidido llevar a cabo yo mismo esa iniciativa, así que encontraréis una buena noticia (de lunes a viernes) para empezar bien el día.

A veces serán divertidas, a veces curiosas, a veces cósmicas, el denominador común será intentar que os quede un buen sabor de boca. Espero conseguirlo.

Las noticias saldrán en el calendario junto al ángel del día y el enlace es el siguiente: calendario de noticias y ángeles

Si queréis podéis ayudarme y cuando os lleguen buenas noticias, pasármelas al mail nvibracion@ono.com.
Tristán Llop
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La piedra y la cruz

Rosa trae otro relato de sus vivencias en el camino se Santiago, esa senda espiritual que nos lleva a un nuevo despertar. Aquí se encuentra con la cruz, ese símbolo que une la tierra con el cielo y el pasado con el futuro. La piedra representa nuestras experiencias, aquello que traemos como tributo, lo que ofrecemos a nuestra alma.

Que disfrutéis del relato...

La piedra y la cruz

Aunque estaba a punto de empezar el verano, hacía un frío invernal aquella mañana de primavera. Aún era de noche cuando Estrella salió del albergue de Gaucelmo, en Rabanal del Camino, llamado así por un ermitaño que habitó en esos inhóspitos parajes, varios siglos atrás.

La jornada se presentaba muy larga y ardua hasta recorrer los casi 35 kilómetros que la separaban de Ponferrada; la ciudad que fue una de las principales encomiendas templarias, y la siguiente etapa en el Camino de Santiago que Estrella iba recorriendo desde Roncesvalles.
Aquella mañana, antes de salir del albergue, Estrella hurgó en el fondo de su mochila buscando una piedra que había traído desde su casa. Durante los días que llevaba recorriendo la Ruta Jacobea, se había olvidado por completo de aquella piedra, hasta el punto de que no sabía dónde la había metido, y temía haberla perdido.

Repasando la guía, para revisar la jornada que le tocaba recorrer, recordó que ese día le tocaba pasar por uno de los lugares más emblemáticos del Camino de Santiago, la Cruz de Ferro, el punto más elevado de la Ruta Jacobea. Era tradicional que los peregrinos depositaran una piedra en la base de esa cruz, y por eso Estrella se había traído una desde su ciudad.

Decía la tradición que el actual lugar del monte Irago, donde se ubicaba la Cruz de Ferro, fue en la antigüedad un altar romano dedicado a Mercurio, considerado, entre otras cosas, el dios protector de los caminos, y el mensajero entre los dioses y los seres humanos.

Por eso aquella mañana Estrella había buscado con tanto interés la piedra que había traído para depositarla a los pies de la Cruz. Cuando la encontró, sonrió satisfecha y la guardó en el bolsillo del forro polar que llevaba puesto, con el fin de tenerla a mano cuando recorriera los ocho kilómetros que separaban el mítico lugar de Rabanal del Camino.

La subida hacia el pueblo de Foncebadón, que en la Edad Media había contado con dos hospederías, dos hospitales y un convento, no era demasiado pronunciada. En aquellos momentos, el lugar estaba prácticamente deshabitado; pero al recorrerlo, Estrella experimentó cierta sensación de irrealidad.

“Es como si te introdujeras en el túnel del tiempo –se dijo a sí misma- casi se puede percibir la presencia de los que en otros tiempos habitaron y recorrieron estos parajes”.
Mientras caminaba, la luz del día había ido ganando terreno a la oscuridad de la noche. Estrella comprobó cómo el sol había ido alzándose por su espalda, iluminando con su presencia aquel hermoso lugar. Pensó que aquellos parajes eran tan bellos, que sobrecogían.

Las nubes algodonosas, de un blanco inmaculado que a veces se teñía de rosado, se enredaban entre los montes dejando al descubierto picos que se empinaban como queriendo tocar el cielo. Algunas de estas cumbres tenían restos de nieve, que se volvían dorados al roce de los rayos de sol.

Impresionada por el paisaje y respirando el aire frío y limpio de aquel lugar, Estrella apenas se dio cuanta de que su mano izquierda jugueteaba con la piedra que llevaba en el bolsillo. De pronto, divisó de lejos una sencilla cruz de hierro, que estaba sobre un montículo al lado del camino y cerca de una pequeña ermita.

Con una extraña inquietud por dentro, Estrella sintió cómo se le aceleraba el corazón, se acercó a la ermita y dejó su mochila en el suelo. Un grupo de peregrinos bromeaban y se hacían fotos junto a la cruz, subidos al montículo. Otros escribían algo y lo sujetaban como podían en el palo de madera que sostenía la Cruz de Ferro.
Ella prefirió esperar un rato para depositar su piedra cuando los demás se hubieran marchado. Algo en su interior le reclamaba cierta intimidad para llevar a cabo su ofrenda ante el antiguo altar romano dedicado a Mercurio.

No hizo falta esperar demasiado. Como por arte de magia los peregrinos, que recorrían el Camino a pie o en bicicleta, se marcharon en pocos minutos y Estrella quedó sola ante la Cruz de Ferro.
“Ahora es el momento” –se dijo a sí misma, sin dejar de acariciar la piedra que llevaba en el bolsillo.

Procurando no resbalarse, Estrella ascendió por el montículo hasta la base de la Cruz. La miró con detenimiento y vio que era una cruz muy sencilla, sin ningún ornamento. Respiró profundamente y observó el bello paisaje que tenía alrededor. Le pareció que aquel lugar era un punto de encuentro entre lo de arriba y lo de abajo: entre el cielo y la tierra.

Sumida en una extraña emoción, Estrella sacó la piedra que llevaba en el bolsillo, caliente por el contacto con su mano, y la depositó a los pies de la Cruz.
Al hacerlo, ocurrió algo extraordinario. No fue un pensamiento, sino una certeza interior que provenía de dentro de ella misma, y también del exterior. Era como si el cielo y la tierra se hubieran puesto de acuerdo para comunicarle su mensaje.

Sin ningún genero de duda, Estrella supo que ella y la piedra eran lo mismo. Eran seres vivos que estaban hechos de la misma esencia, de idéntica energía. Las dos constituían una unidad, que a su vez formaba parte de todo lo que las rodeaba.
La simbiosis que experimentó con aquella piedra era indescriptible. Se podía decir que lo que ella conocía como Estrella desapareció para hacerse piedra y el mineral dejó de serlo para convertirse en Estrella. Sin embargo, ambas seguían experimentando su propia esencia.
Una fuerte conmoción se apoderó de Estrella y allí, arrodillada a los pies de aquella sencilla Cruz de hierro, junto a la piedra, Estrella estuvo llorando durante un tiempo que no pudo determinar.

En esos momentos, Estrella supo que cuando ella muriera aquella piedra continuaría allí, en ese extraordinario lugar, dando testimonio de su paso por esta Tierra.
Y supo que junto a ella estarían también las piedras que miles y miles de peregrinos han depositado en ese altar, a través de los siglos, a su paso por el mágico Camino de Santiago.
El Camino de Santiago /Rosa Villada

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Ronaldinho y la luz

Ronaldinho, el que fue considerado, hasta el año pasado, el mejor jugador del mundo, está pasando por horas bajas y se le reprocha irse a menudo de juerga. Esta noticia me sugiere un comentario sobre cómo asimilamos la luz en el crecimiento espiritual y sobre la soledad de los que buscan la Luz. Al final del texto encontraréis un pequeño ritual de unificación de tendencias.

A menudo he oído el comentario, en corrillos de fútbol sobre todo (mi hijo juega en un equipo), que cómo es posible que un jugador que gana 6 millones de euros al año pueda deprimirse. O cómo puede necesitar del cariño y del ánimo de la gente, si es el mejor y además está forrado…

Cuando alguien es el mejor en cualquier ámbito de la vida, significa que está enchufado a una corriente muy elevada, ya que la luz se materializa de infinitas formas. Cuanto más alta es la vibración (que nada tiene que ver con que la persona esté espiritualizada) más difícil resulta gestionarla, asimilarla, controlarla.

Siguiendo este razonamiento, es normal que los “superhéroes” pasen por dificultades de adaptación a la vida “normal”, sobre todo en los momentos de asueto, cuando dejan de practicar su habilidad.

Curiosamente, a la mayoría se le achaca que se van demasiado de “copas”. ¿Qué buscan en esas salidas? Bajar su nivel vibratorio, ser como el común de los mortales, dejar de sentir la exigencia continua de miles o millones de personas.

El elitismo, lo mismo que la elevación espiritual, genera soledad. Para paliarla, los divos buscan el cariño del pueblo, los aplausos, que les digan que son los mejores. Pero llega un momento en que la estrella baja su nivel, entonces la gente deja de exaltarle, siente más próxima la soledad y se va a ahogar sus penas.

Buscando el paralelismo con la historia del crac Ronaldinho, diré que la clave para evitar que la soledad nos agobie cuando nos alejamos demasiado del pelotón; cuando sentimos que la gente que nos rodea apenas nos entiende; cuando nuestra pareja cree que hemos entrado en una secta o que la búsqueda interior son tonterías; la clave está en bajar unos escalones para acercarnos más a los que nos rodean.

Acercarnos a los demás significa que nadie se sienta incómodo en nuestra presencia; evitar que se sientan incómodos porque están comiendo carne cuando nosotros somos vegetarianos o porque beben vino y nosotros zumo de uva; evitar los gestos de ostentación de nuestra espiritualidad (como bendecir sólo lo que vamos a comer nosotros) cuando podemos hacerlo sin que se note; evitar los enjuiciamientos si nadie haya pedido nuestra opinión; en suma, mostrarnos más cercano.

El contrapunto es que cuanto más elevados estamos, más nos cuesta entablar una conversación común en la que abunden las críticas al prójimo o compartir una mesa en la que se bebe, se fuma o se come en exceso. Pero debemos recordar que cuando estas circunstancias se presentan de forma natural es porque algo debemos trabajar todavía en ese terreno. Así que lo mejor es aceptar la invitación y aprender de lo que vivamos.

Os voy a proponer a continuación un pequeño ejercicio. Acercaros a la playa o a la montaña, a un lugar tranquilo, abierto y sin polución. Una vez allí recoger un grupo de piedras (también puede hacerse con minerales y moverá más energía). Asignar a cada piedra una de vuestras tendencias (podéis poner un papel debajo para acordaros), por ejemplo: la que critica; la que le gusta el jamón; la que se siente inferior en ciertas situaciones; la que siente inquirida; la que huye de las tertulias; la que se siente superior…

Colocar las piedras a vuestro alrededor formando un círculo cerrado (os sentáis en medio). Después se trata de entablar un diálogo con cada tendencia con la finalidad de aceptar las tendencias que os molestan, frenar un poco el protagonismo de las que os gustan mucho y, en definitiva, pactar. Tenéis que ser capaces de darles a cada una su parcela de protagonismo, su parte de amor, lo mismo que amaremos igual a un hijo que saca buenas notas que al que suspende. Generar un acercamiento os ayudará también a mejorar las relaciones con los que os rodean.

Al final ponéis todas las piedras en vuestro regazo y las abrazáis durante unos minutos, dando así por terminado el ritual. Se puede repetir las veces que se quiera.

Os invito después a compartir en este blog vuestras experiencias, las de ese día y las de los días siguientes, porque seguro que van a suceder cosas.
Tristán Llop
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Plutón ¿enano o gigante?

Son numerosas las personas que me han pedido información sobre el cambio de Plutón de cara a la comunidad científica y cómo afecta su interpretación en la astrología, así que a continuación ofrezco unos apuntes al respecto.

¿Planeta, planeta enano o asteroide? Esta es la pregunta que ha generado el un acalorado debate en la comunidad de astrónomos acerca de la categoría que debían darle a Plutón, Xena y Ceres.

1 ¿Quién decide y qué decidieron?
El organismo competente para tomar decisiones en torno a lo que acontece en el cosmos al nacimiento y al declive de planetas es la Unión Astronómica Internacional (UAI). En el mes de agosto 2006 y bajo la dirección de la astrofísica francesa Catherine Cesarsky se reunió el pleno de la XXVI asamblea general en Praga, con la presencia de unos 2500 (de un total de diez mil) astrónomos en representación de 75 países. El debate principal del 2006 giró en torno a la definición de planeta, que implicaba que Plutón conservara esta categoría y Ceres y Xena también se sumaran a ella, lo cual conllevaría una ampliación del número de planetas que pululan por nuestro Sistema Solar, o bien que Plutón fuera degradado. Los científicos tardaron una semana en tomar la decisión. Al final los tres serán considerados planetas enanos.

2 ¿Cuál es la nueva definición de planeta?
Para ser considerado un planeta, un cuerpo celeste debe cumplir los siguientes requisitos: primero, ser un cuerpo celeste que está en órbita alrededor del Sol; segundo, tener la masa suficiente para que su autogravedad sobrepase las fuerzas del cuerpo rígido de manera que toma la forma (casi redonda) de equilibrio hidrostático; tercero, que haya despejado la zona de su órbita. A este último punto se le añadió que además de ser un cuerpo en el que la gravedad sea la fuerza dominante (se llama también cuerpo autogravitante), sea, por su masa, el cuerpo dominante en su entorno. La definición adoptada llena un vacío que existía en este campo científico desde los tiempos del mítico astrónomo Copérnico. La definición de planeta enano es la misma, salvo el punto 3 que expone: no ha despejado sus inmediaciones a lo largo de su órbita y no es un satélite. Y se añade una tercera categoría: todos los demás objetos que orbitan el Sol serán conocidos como Cuerpos Pequeños del Sistema Solar.

3 Motivos que han llevado a Plutón a perder su categoría
Plutón fue considerado desde su descubrimiento un planeta, pero siempre ha estado rodeado de polémica y a los científicos les ha resultado difícil ponerse de acuerdo sobre su naturaleza. Uno de los motivos más importantes para que Plutón haya perdido, en una acalorada discusión de la UAI, su condición de planeta, es que en 2003 Michael Brown descubrió un cuerpo celeste mayor que él, bautizado inicialmente como UB313, pero que se conoce popularmente por el nombre de Xena. Ha influido bastante el hecho de que se haya reducido año tras año el tamaño de Plutón (que ahora se ha quedado en 2300 Km. de diámetro). Otro de los argumentos es su caprichosa órbita irregular, que interfiere la de Neptuno y que su inclinación no es paralela a la de la Tierra y a la de los otros siete planetas del Sistema Solar, lo cual hace que gire al revés que sus compañeros. Además, ahora, con la nueva definición de planeta, no cumple uno de los puntos, ya que no ha limpiado su órbita de otros cuerpos celestes (su órbita cruza el cinturón de Kuiper).

4 ¿Quién era Plutón?
El planeta Plutón (ahora planeta enano) fue descubierto por el científico estadounidense Clyde Tombaugh, en 1930. Tiene unos 2300 kms. de diámetro, después de que los científicos hayan reducido su tamaño en varios ocasiones. Para habitarlo deberíamos estar acostumbrados a pasear en bañador por el Polo Norte, ya que nos expondríamos a una temperatura de 215 grados bajo cero. Si estuviéramos en su superficie nos deprimiríamos al ver el sol sólo una vez por semana (aproximadamente). Necesitaríamos por lo menos dos vidas longevas para acompañar a Plutón en sus paseos espaciales, ya que tarda unos 247 años terrestres en recorrer su propia órbita y para conseguirlo pasa por la órbita de Neptuno y se sitúa durante veinte años más cerca del Sol.

5 ¿Qué implica el cambio?
Los más afectados con la “degradación” de Plutón van a ser los libros de texto, enciclopedias, diccionarios, que deberán retocar sus ediciones y cambiar el número de planetas que compone nuestro Sistema Solar, que ahora serán ocho. Aunque, al haberse producido este acontecimientos en el mes de agosto, no ha dado tiempo a que la rectificación se realice para el curso 2006-2007, ya que los libros ya estaban impresos. Por esta razón, serán en primera instancia los profesores los encargados de informar al alumnado de este cambio estelar. La exclusión de Plutón del grupo selecto de los planetas de nuestro Sistema Solar no repercutirá en las instalaciones de los planetarios, si bien los responsables se verán obligados a poner una nota aclaratoria para explicar la nueva situación.

6 Voces disidentes
No todos los astrónomos del mundo están de acuerdo con la pérdida de galones que ha sufrido Plutón. Un buen número de ellos, en especial los que apoyaban ampliar hasta 12 el número de planetas de nuestro Sistema Solar, ha mostrado un rechazo frontal a la nueva clasificación. Argumentan que de los 2500 (aproximadamente) astrónomos presentes en la conferencia de la Unión Astronómica Internacional, sólo un 10% votó a favor. El astrónomo Alan Stern, presente en la convención, pero ausente de la votación, se quejaba de que de los 10.000 profesionales que forman el sector, sólo un 4% participó en el acto y ni siquiera hubo consenso entre ellos. Stern anunció en la BBC que luchará para conseguir que Plutón vuelva a ser considerado un planeta.

7 Plutón en la mitología
Plutón para los romanos, Hades para los griegos, fue el Dios de los infiernos, el que reinaba en el inframundo, en el reino de la oscuridad. Cuenta la mitología que como se encontraba sólo en su caverna y tenía poco éxito con las mujeres, decidió raptar a Perséfone y llevársela a su agujero como esposa. Deméter, su madre, encargada de controlar las cosechas, boicoteó la primavera para quejarse del secuestro, hasta que consiguió sacarle a Hades un pacto, por el intermedio de Zeus – Júpiter- (hermano del secuestrador) y con la ayuda del mediador Hermes –Mercurio-. Perséfone pasaría medio año con su madre y el resto con su marido. Así vemos que ya en la mitología, Plutón era infravalorado y se veía obligado a secuestrar para encontrar compañía. Por otro lado, la mitología nos ofrece una pista de la influencia de este planeta sobre nosotros, que llegará desde lo más profundo.

8 Plutón para la astrología
Nos relata también la mitología que Plutón es hijo de Saturno y que éste lo devoró al nacer para que no pudiera derrocarlo. Así entenderíamos que Plutón es una fuerza interiorizada de Saturno. Sería de este modo un legislador (cualidad saturniana), pero que dicta las leyes hacia dentro, reinando en la organización interna de nuestros cuerpos y de él dependerían la salud, sobre todo la mental. Una vez vomitado por Saturno, Júpiter lo nombra rey de los infiernos, ocupándose de la regeneración de los muertos. Así podemos entender la razón por la cual los astrólogos atribuyen cualidades regenerativas a este planeta. Actúa sobre el inconsciente de los afectados por algún problema, induciéndolos a un cambio de comportamiento. Podríamos decir que dirige nuestro taller de reparaciones interno. Nada extraño pues que sea el inspirador de psicólogos, psicoanalistas o psiquiatras.

9 ¿Qué opinan los astrólogos del cambio?
Entre los astrólogos existe una cierta divergencia de criterios sobre Plutón. Mientras la corriente más tradicional le atribuye la regencia de Escorpio, ya que encaja bastante con las cualidades interiorizadoras de este signo, los astrólogos cabalistas y esotéricos piensan que Plutón, como Neptuno (planetas que no aparecen en el Árbol Cabalístico - la cábala es una escuela de pensamiento que explica la formación de la vida en nuestro universo), no forman parte de nuestro Sistema Solar, sino de uno vecino, porque entienden que estos planetas no actuaron en los trabajos de creación de nuestro universo y por lo tanto no ostentan regencia alguna sobre los signos zodiacales. En lo que sí están de acuerdo es que el trabajo de Plutón es el de regenerar lo corrupto, lo erróneo. La degradación de este planeta afectará su simbolismo y la interpretación astrológica, de forma que los problemas, en lugar de salir en el exterior, como sucedía hasta ahora, se quedarán en el inframundo. Significa que trabajaremos más nuestra vertiente psicológica, que pensaremos más las cosas antes de decirlas, que tendremos una vida interna más rica. En el aspecto negativo, cobrará más protagonismo la depresión.

10 ¿Cómo queda el Sistema Solar?
Los científicos reunidos en Praga resolvieron que los planetas y los cuerpos del Sistema Solar se dividirán en tres categorías: la de planeta, la de planeta enano y la de cuerpos pequeños. La categoría de planeta enano puede adquirir ahora dos nomenclaturas: trasneptuniano, que ya se utilizaba en objetos que se encuentran más allá de Neptuno y plutoniano, nuevo término. A partir de ahora los planetas del Sistema Solar, según la ciencia, serán ocho: Mercurio, Venus, Tierra, Marte, Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno. Los planetas enanos son: Plutón, Ceres y Xena.
Tristán Llop
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El Árbol de la Vida personalizado

Presento aquí una nueva herramienta de autoconocimiento, que abrirá nuevos caminos a la búsqueda personal de nuestro destino: el Árbol de la Vida personalizado.

El árbol de la Vida es un esquema que representa al ser humano en su totalidad y al mismo tiempo al cosmos y su funcionamiento. Está formado por 10 centros que marcan las diez etapas por las que debe pasar cada uno de nuestros proyectos para funcionar correctamente.

Si lo aplicamos al ser humano, el Árbol es un mapa que marca un itinerario, el de nuestra vida, el que hemos elegido al nacer y el que debemos desarrollar.

A través de la posición de los planetas en el momento de nuestro nacimiento, se configura un Árbol de la Vida personalizado, que nos ayudará a descubrir nuestras potencialidades dormidas, esas facultades que ignorábamos poseer.

El análisis de tu Árbol personalizado te ayudará a conocerte más, te brindará claves para utilizar mejor tus recursos.

El Árbol de la Vida personalizado es un trabajo conjunto de Kabaleb y Kashiel y tiene un coste de 33€ y se manda a través del correo electrónico.

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