La violencia empieza por uno mismo


He visto en las noticias que en el campo de fútbol donde juega mi hijo (que comparte con otros dos clubs) se ha producido otra lamentable escena de violencia, en la que un grupo de personas venidas directamente del cromañón se liaron a dar golpes a mansalva con bates de béisbol. Un dato curioso a analizar es que la federación, que conocía la trayectoria de este equipo y avisaba siempre a la policía de sus desplazamientos, se equivocó al escribir la dirección del mail de aviso...

El comentario inmediato de la gente al enterarse es que la federación de fútbol debe echar a este equipo de la competición y retirar la ficha de los jugadores para que puedan dedicarse al parchís, durante el resto de sus vidas.

Estos comentarios son los que han suscitado la necesidad de escribir este artículo, porque siempre tenemos tendencia a mirar hacia otro lado, hacia las autoridades, hacia el gobierno, hacia los que mandan, cuando queremos que algo cambie, en lugar de plantearnos la aportación que nosotros podemos hacer.

La violencia, igual que todo lo demás, empieza por uno mismo. Voy todas las semanas a ver jugar a mi hijo al fútbol (o al menos eso creo) y es lamentable o incluso vergonzoso el espectáculo de algunos padres, que desde el primer minuto insultan al árbitro, a los jugadores, a los espectadores o a sus propios hijos. Esos insultos generan violencia en los chavales, que a su vez se encrespan contra el árbitro y contra sus adversarios y cada semana, en algún campo, esto acaba en tangana.

De pequeño, mis padres me compraron un puching (que sirve para dar puñetazos a algo parecido a un balón de rugby), conscientes que siendo de un signo y un Ascendente de Fuego, necesitaría descargar los excesos de energía. Quizá sea esta una buena idea y todos debamos tener en casa un puching. De esta forma nos ahorraríamos descargar nuestra violencia contra los demás, bien sea a través de insultos directos, de críticas, juzgando o emitiendo malos sentimientos o pensamientos.

La idea sería que, por ejemplo, cada vez que veamos en la tele un político que nos cae mal; cada vez que a nuestro equipo de futbol le cuelan un gol; cada vez que vemos como Goliat machaca a David; cada vez que nos sintamos contrariados, nos vayamos a la habitación del puching a descargar unos cuantos puñetazos y salgamos nuevos.

Si queremos terminar con la violencia y conseguir que el deporte sea sólo deporte, si pretendemos que las federaciones eliminen a todos los que quieren utilizar de puchings la cara de los demás, si deseamos que los grandes clubs de fútbol sancionen a sus jugadores cuando escupen, insultan o se comportan de una forma insolidaria, lo primero que debemos hacer es cambiar estos comportamientos en nuestro interior. Sucederá entonces como en los programas de la tele, cuando dejan de tener audiencia, los eliminan. Y recordemos, la violencia empieza por uno mismo.

Tristán Llop Talismanes y reflexiones para una nueva Era
http://elarboldorado.com/productos/shungit-la-piedra-inteligente/